En un rincón de casa he reparado por casualidad en un vieja placa conmemorativa del 25 de abril, fecha más conocida por la de la Revolución de los Claveles. Yo creí, hasta hace poco, que era común en Portugal el sentimiento de añoranza alegre y de celebración hacia esa fecha. Desconocía por entonces la existencia y el problema de “los retornados” y cómo su visión de tal fecha es muy diferente a la del común de los portugueses nacidos en la península.
En cuanto a lo de “retornado” es palabra que nada dice a quien no sea portugués. Pero puestos a explicar una historia será bueno que digamos lo que significan las palabras que se emplean. Para esto hay que hablar de la “Revolución de los Claveles”, también llamada “del 25 de Abril”.
Para la mayor parte de los no portugueses que además no estén muy versados en historia, o sea para casi todo el mundo incluyendo parte de los portugueses, la revolución del 25 de abril se entendió como una explosión de cambio hacia la libertad que, ansiada por el pueblo portugués, fue propiciada por un golpe militar.
Sin embargo, esto no fue exactamente así ni en ese orden. La Revolución del 25 de Abril de 1974, o de los Claveles como la llaman otros, comenzó siendo un simple golpe militar cuyo objetivo inmediato era poner fin a las guerras coloniales en las que Portugal se hallaba inmerso desde hacía 13 años. Los militares se sublevan para acabar con una situación vieja en la que un país como Portugal se veía obligado a mantener un ejército de 150.000 soldados en Angola, Mozambique y Guinea Bissau indefinidamente sin una salida de la situación y a miles de kilómetros de la metrópoli.
Sin embargo, por otro lado, era tal el hastío de la gente ante los 48 años de Estado Salazarista que el 25 de abril de 1974, al ver los carros en la calle, todos se suman a lo que, sin saberlo a ciencia cierta, suponen que va a ser un cambio de la situación política. La gente al ver a los militares en las ruas, se une inmediatamente a ellos pero por “sus motivos”, por otros motivos: Poner fin a la dictadura salazarista, obtener libertades, tener partidos políticos, volver a la libertad de opinión, de asociación, de reunión, acabar con la represión cotidiana de la policía política (PIDE), ser un estado europeo más… para colmo, a los pocos días se celebra el 1º de Mayo y ya todo el mundo se echa a la calle convencidos de que lo que desean es posible.
La revolución del 25 de Abril triunfa, pero hay dos problemas pendientes de resolver y son muy distintos: uno es el problema primario que origina el levantamiento militar, o sea, la descolonización; el otro es el problema que desea resolver el pueblo, que se ha unido espontáneamente a la revolución, o sea, el cambio político y social.
No voy a contar cómo se soluciona la transición portuguesa del salazarismo a la democracia, pues me lo tendría que repasar con detalle y no estoy por la labor, así que para quien lo desee ahí están los libros de historia y las hemerotecas; pero sí, cómo, entre las distintas posibilidades de descolonización (concesión de autonomía, traspaso gradual de poder, poder compartido, independencia gradual, independencia definitiva…) para resolver el problema de las posesiones portuguesas en ultramar, se escoge quizás la peor: la independencia inmediata y sin transición de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y las demás.
Al retirarse el ejército portugués, que controló la situación en todo momento mientras se mantuvo en las colonias, es necesario hacer un puente aéreo para traerse a Portugal a todos los colonos de origen portugués prácticamente con lo puesto, dejando atrás todas sus propiedades, casas, coches, muebles etc., eso por no mencionar sus trabajos y sacrificios de años y generaciones. A estos colonos se les da el nombre de “retornados” y eran un millón de personas aproximadamente, cuya visión de la Revolución del 25 de Abril dista mucho de la que tenemos la mayor parte de los europeos por razones obvias.
Por otro lado las distintas facciones autóctonas que se disputaban el poder en las colonias han prolongado las guerras civiles en ellas hasta nuestros días. Así que Manuel como hijo de retornados, cuando se produjo el retorno él tenía 12 años, no ve la política con los mismos ojos que Eduardo y, evidentemente, no tiene para él la “Revolución de los Claveles” los mismos aires románticos y de libertad que para los que, siendo portugueses de la península, no tuvieron nada que perder y sí mucho que ganar. Los retornados lo perdieron todo, hubieron de venirse con lo puesto y lo que pudieron meter en una maleta. Sin duda el anverso de la revolución del 25 de abril lo constituyen los retornados. Por eso Manel y Eduardo, ambos portugueses, discutieron a voces aquella tarde sobre la revolución del 25 de Abril. No había acuerdo, si siquiera entre portugueses, en lo que a mí me parecía evidente hasta esa tarde, claro está.
En cuanto a lo de “retornado” es palabra que nada dice a quien no sea portugués. Pero puestos a explicar una historia será bueno que digamos lo que significan las palabras que se emplean. Para esto hay que hablar de la “Revolución de los Claveles”, también llamada “del 25 de Abril”.
Para la mayor parte de los no portugueses que además no estén muy versados en historia, o sea para casi todo el mundo incluyendo parte de los portugueses, la revolución del 25 de abril se entendió como una explosión de cambio hacia la libertad que, ansiada por el pueblo portugués, fue propiciada por un golpe militar.
Sin embargo, esto no fue exactamente así ni en ese orden. La Revolución del 25 de Abril de 1974, o de los Claveles como la llaman otros, comenzó siendo un simple golpe militar cuyo objetivo inmediato era poner fin a las guerras coloniales en las que Portugal se hallaba inmerso desde hacía 13 años. Los militares se sublevan para acabar con una situación vieja en la que un país como Portugal se veía obligado a mantener un ejército de 150.000 soldados en Angola, Mozambique y Guinea Bissau indefinidamente sin una salida de la situación y a miles de kilómetros de la metrópoli.
Sin embargo, por otro lado, era tal el hastío de la gente ante los 48 años de Estado Salazarista que el 25 de abril de 1974, al ver los carros en la calle, todos se suman a lo que, sin saberlo a ciencia cierta, suponen que va a ser un cambio de la situación política. La gente al ver a los militares en las ruas, se une inmediatamente a ellos pero por “sus motivos”, por otros motivos: Poner fin a la dictadura salazarista, obtener libertades, tener partidos políticos, volver a la libertad de opinión, de asociación, de reunión, acabar con la represión cotidiana de la policía política (PIDE), ser un estado europeo más… para colmo, a los pocos días se celebra el 1º de Mayo y ya todo el mundo se echa a la calle convencidos de que lo que desean es posible.
La revolución del 25 de Abril triunfa, pero hay dos problemas pendientes de resolver y son muy distintos: uno es el problema primario que origina el levantamiento militar, o sea, la descolonización; el otro es el problema que desea resolver el pueblo, que se ha unido espontáneamente a la revolución, o sea, el cambio político y social.
No voy a contar cómo se soluciona la transición portuguesa del salazarismo a la democracia, pues me lo tendría que repasar con detalle y no estoy por la labor, así que para quien lo desee ahí están los libros de historia y las hemerotecas; pero sí, cómo, entre las distintas posibilidades de descolonización (concesión de autonomía, traspaso gradual de poder, poder compartido, independencia gradual, independencia definitiva…) para resolver el problema de las posesiones portuguesas en ultramar, se escoge quizás la peor: la independencia inmediata y sin transición de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y las demás.
Al retirarse el ejército portugués, que controló la situación en todo momento mientras se mantuvo en las colonias, es necesario hacer un puente aéreo para traerse a Portugal a todos los colonos de origen portugués prácticamente con lo puesto, dejando atrás todas sus propiedades, casas, coches, muebles etc., eso por no mencionar sus trabajos y sacrificios de años y generaciones. A estos colonos se les da el nombre de “retornados” y eran un millón de personas aproximadamente, cuya visión de la Revolución del 25 de Abril dista mucho de la que tenemos la mayor parte de los europeos por razones obvias.
Por otro lado las distintas facciones autóctonas que se disputaban el poder en las colonias han prolongado las guerras civiles en ellas hasta nuestros días. Así que Manuel como hijo de retornados, cuando se produjo el retorno él tenía 12 años, no ve la política con los mismos ojos que Eduardo y, evidentemente, no tiene para él la “Revolución de los Claveles” los mismos aires románticos y de libertad que para los que, siendo portugueses de la península, no tuvieron nada que perder y sí mucho que ganar. Los retornados lo perdieron todo, hubieron de venirse con lo puesto y lo que pudieron meter en una maleta. Sin duda el anverso de la revolución del 25 de abril lo constituyen los retornados. Por eso Manel y Eduardo, ambos portugueses, discutieron a voces aquella tarde sobre la revolución del 25 de Abril. No había acuerdo, si siquiera entre portugueses, en lo que a mí me parecía evidente hasta esa tarde, claro está.
2 comentarios:
si es que casi siempre hay más de una verdad.
y a veces el bien de unos supone el perjuicio de otros.
peeero, a veces hay que poder salir de la perspectiva personal y tener una visión más amplia del conjunto, y comprender que a veces, lo mejor para uno no es lo mejor para todos.
pero lo que tenía que haber hecho el nuevo gobierno es "compensar" de alguna manera a los retornados, aunque hay cosas que ya se sabe, son imposibles de compensar...
Los procesos de descolonización sometidos a presión se hacen mal. ¿Recuerdas el Sahara cuando la Marcha Verde? Pues también aquello fue precipitado y mira el conflicto que sigue existiendo ahora.
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