Mi querida y adorada Consuelito:
Espero que al recibo de ésta estés bien, yo bien gracias a Dios.
Sabrás por ésta que, como te dije, hace ya una semana que me entregué en la Caja de Reclutas de la capital. De allí nos llevaron, de balde y en el tren, a un cuartel muy grande que se llama CIR y que no es el nombre de ningún general ni nada de eso, sino que significa Centro de Instrucción de Reclutas.
De momento nos han cortado el pelo a todos y nos han dado ropa que a nadie le está bien, cosa que arreglamos intercambiándola entre nosotros y así, de paso, hacemos amistades. El cuartel está muy bien y hay una cantina, de pago, para los que no les guste la comida del rancho y tengan posibles.
Hasta ahora nos ha hablado una sola vez el capitán que nos ha dicho que le da igual de donde seamos, que a todos nos medirá por el mismo rasero porque todos somos iguales para él y para el Ejército –futuros soldados de España, ha dicho- pero que tengamos en cuenta que lo único –lo único, ha recalcado- que no tolera de ninguna de las maneras son ateos, rojos y maricones. No sé si lo ha dicho como cosa suya o del Ejército, porque inspira mucho respeto y nadie le ha preguntado. También nos dijo que debemos estar orgullos de hacer el servicio militar porque de aquí saldremos hombres. Así que espero que, para cuando nos veamos, y ojalá que sea pronto, tú me notes algo distinto porque, a lo mejor, esas cosas uno a sí mismo no se las nota.
El otro día vino el teniente páter, al que llaman también capellán, y nos dijo que nuestro modelo de comportamiento, en la milicia y en la vida, debía ser: vivir cada día como si fuera el último. Y, después de pensármelo, me he dado cuenta de que es un consejo muy sabio, porque tarde o temprano terminarás acertando, con lo que la frase te puede servir toda la vida. Y luego, se ve que por si hay guerra, nos dijo también que no temiéramos a la muerte, porque la muerte era como el sueño. Hubo uno que dijo por lo bajo: “sí, pero sin tener que levantarte a mear” y el páter, que le oyó y que, aunque sea cura, es oficial, y aunque sea teniente no está teniente, le arrestó el fin de semana a limpiar las letrinas.
Hasta ahora, de los que nos han hablado, el que me ha parecido una persona más cabal, más en lo suyo, más práctica y realista, naturalmente si entramos en batalla, Dios no lo quiera, ha sido el sargento, porque nos dijo, poniéndose muy serio, que aún más importante que morir por la Patria, que era un deber sublime si llegaba el caso, era mucho más importante hacer que el enemigo muriera por la suya. Se ve que los años que lleva en el Ejército le han enseñado lo suyo.
En fin, Consuelito, no te cuento más cosas porque a lo mejor te canso con esto de la vida militar y porque van a tocar a retreta, que no sé lo que significa, pero que es para que formemos y ver si estamos todos antes de acostarnos. Fíjate si nos cuidan. Hasta ahora no nos hacen rezar por la noche, quitando el primer día que vino uno, de parte del teniente páter, y, al enterarse de que no habíamos rezado, nos levantó a todos de los catres y nos hizo rezar el “Jesusito de mi vida” de rodillas pero, hasta ahora, no ha vuelto a repetirse. Creerán que, después del primer día, ya rezamos cada uno por nuestra cuenta.
También que sepas que, me parece, que con esto de la mili es cuando más se quiere a las novias, porque casi todos los de mi compañía no hacen más que escribirles y decirles que les manden algún paquete y les dicen también lo muchismo que las quieren. Yo, por mi parte, te echo mucho de menos, como tú misma podrás imaginar, y, por las noches, sueño contigo y con esas tardes en que nos íbamos a los ciruelos. Ya sabes.
Se despide de ti, y te quiere con ansias, este tu novio que lo es.