04 agosto 2018

America first!



Siempre me ha sorprendido que los estadounidenses llamen a su país con el nombre de todo el continente. Esta especie de sinécdoque (llamar a la parte con el nombre del todo) suele ser propia de políticos (que, si de todo abusan, cómo no del lenguaje) pero, en el caso de los estadounidenses, me da la sensación de que lo tienen interiorizado también los ciudadanos. Creo que los naturales de los USA, en general, cuando pronuncian la palabra “americanos” no se están refiriendo al conjunto (brasileños, argentinos, peruanos, mexicanos, chilenos, panameños…) sino exclusivamente a sí mismos.

Así su actual presidente, Mr Trump, ha llegado a una máxima simplista que todos sus conciudadanos entienden: America first! Que, para ellos, significa: ¡Nosotros primero!

Independientemente de los sentimientos de postergación o de desprecio, o simplemente de rubor por tan mala educación, que puedan sentir los demás ciudadanos del continente americano o del mundo, esta osadía permanente de Mr Trump me lleva a pensar en cómo los estadounidenses han llegado a tal concepción de sí mismos y del mundo.

Dejando a un lado la cortesía y el respeto a los demás, que a todos debieran habernos inculcado de pequeños, he dado un repaso a la Historia de los USA por si, de ella, fuera posible sacar alguna idea que justifique esa osadía de Mr Trump que, algunos (siempre hay extremistas), llaman prepotencia.

El origen de los USA comenzó en un conflicto entre las 13 colonias británicas asentadas en la América del Norte y Gran Bretaña entre 1775 y 1783. Parece que el Imperio Británico quiso imponer en sus colonias un orden de aprovechamiento en favor de la metrópoli que no existía antes de 1775. A los colonos esto les pareció una atrocidad y, al sentirse atropellados por un imperialismo británico, voraz y explotador, invocaron la defensa de sus viejas libertades allanadas y usaron las asambleas que tenían para pronunciarse en contra. El conflicto concluyó en una guerra global librada por colonos blancos anglosajones contra las tropas británicas. Pero los insurrectos tuvieron como aliados a Francia, España y Holanda en esa guerra, cuyo curso fue decido especialmente por la intervención francesa y de sus aliados a partir de 1778.

La formación de la nueva república se hace con la Constitución de 1787 como: Autogobierno, con una Corte Suprema que determinará el sentido de la Constitución, con una organización federal del Estado y un poder legislativo bicameral. Representa una ruptura total con el concepto anterior de soberanía absoluta.

Esta revolución que lleva a la creación de los USA fue esencialmente política, no social. Realizada por los colonos blancos, excluyó explícitamente a los negros, a los esclavos y a los aborígenes. Es decir, no tuvo ningún componente de reforma social, pues la sociedad estadounidense eran los blancos. Esto hace que esta independencia sea muy distinta de las que se produjeron sucesivamente en los países latinos del continente americano, donde la sociedad estaba formada por indios, mestizos, criollos y europeos, las cuales, en la mayoría de los casos fueron, además de independencias, guerras sociales. Parece que ya hubo por entonces un “¡Nosotros primero!” en el origen de los USA que ignoró al resto de la población, autóctona y negra, en beneficio exclusivo de los colonos anglosajones.

Los problemas surgen con la expansión territorial del país, al incorporar nuevos estados a la Federación. La primera fue la incorporación de la Luisiana en 1803. Pero siguió la expansión hacia el Oeste a lo largo del siglo XIX, con el despojo y la virtual exterminación de los amerindios y la ocupación de las extensas provincias mexicanas de Texas, California, Arizona y Nuevo México entre 1836 y 1848. (México estaba muy a mano, tenía sólo siete millones de habitantes, frente a los veinte de la Federación, y además ya eran independientes, con lo cual se eludía un eventual conflicto con España y también, todo hay que decirlo, andaban los mexicanos muy desorganizados con sus revoluciones internas permanentes y cíclicas. Así que los mexicanos se tuvieron que resignar, por la fuerza, a quedarse sin la mitad de su territorio.)

El primer problema serio que hace saltar la Federación se presenta con el asunto de la esclavitud (necesaria en la mentalidad de entonces para la explotación de plantaciones) que da lugar en 1861 a la Guerra de Secesión. Con el triunfo de los estados norteños en 1865 se redefinen las relaciones entre todos los estados de entonces:

En 1865 se produce la abolición de la esclavitud (13ª enmienda de la Constitución). En 1866 se redefine la ciudadanía para todos los nacidos en el territorio USA (14ª enmienda de la Constitución). En 1869 se prohíbe negar el derecho al voto por raza o color (15ª enmienda de la Constitución). Pero, pese a todo lo anterior, la plena integración de los esclavos negros, y su descendencia, en la vida ciudadana requirió un siglo más de segregación y discriminación (1960, Martin Luther King). Y los brotes de racismo siguen hoy, como todos sabemos.

Durante la Guerra Civil y el periodo de reconstrucción que le siguió (1865-77) aumentaron los poderes del Gobierno Federal y se reforzó la idea de una nación estadounidense. Pero también los USA se configuraron como un imperio continental. Tras todas las tierras ya ocupadas existía una red de fortificaciones y la importancia del poder militar era similar a la que los imperios coloniales europeos tenían en África y Asia. Y, además, durante la etapa de la reconstrucción, los estados sudistas rebeldes estuvieron bajo la ocupación militar de las fuerzas federales.

Pero la incorporación a la Federación de los nuevos estados, conseguidos por la expansión imperial de los USA, fue un proceso paulatino y prolongado. Ya que los principios de “alcance universal” de la Constitución (derivados del derecho natural y consagrados como derechos y garantías de los ciudadanos) estaban, de hecho, destinados solamente a los WASP (Blancos, anglosajones y protestantes), que se habían constituido a sí mismos en una élite privilegiada. Y la historia social de los EEUU hasta el siglo XX ha estado marcada por definir a quiénes se incluía o excluía de estos derechos, cosa habitualmente marcada por un filtro racial.

Pero, aparte de estas consideraciones, la experiencia imperial de los USA en el continente americano siguió así:

Adquisición de Alaska en 1867. Anexión de Hawai, Guam, Samoa y Filipinas (1898-99). Ocupación de Cuba y anexión de Puerto Rico (1898-1902). “Panama Canal Zone”, con el Tratado del Canal en 1903. Adquisición de las islas Vírgenes en 1917. Ocupación de Nicaragua (1912-1933). Ocupación de Haití (1915-1934). Ocupación de la República Dominicana (1915-1924). Firma con Nicaragua del Tratado Bryan-Chamorro (1916-1970) que garantizaba una base naval en el golfo de Fonseca, el uso de las islas Maíz en la costa Caribe y los derechos para la construcción de un canal interoceánico a través de Nicaragua. Enmienda Platt, vigente desde 1901 a 1934, que daba al gobierno de los USA derecho de intervención militar en Cuba.

¿Cómo fue esto posible? ¿En qué se basaban las relaciones exteriores de los USA?

Desde su origen los USA, en cuanto a sus relaciones con los otros países de América, tuvieron estos criterios principales:

Desde 1823 la “Doctrina Monroe” que, en esencia, conminaba a todas las potencias europeas a abstenerse de intervenir en el continente americano. Y, desde 1904, el “corolario Roosvelt” a la Doctrina Monroe, donde se decía sin ningún recato: “Si una nación del continente sabe comportarse con razonable eficiencia y decencia en los asuntos políticos y sociales, si mantiene el orden y paga sus obligaciones, no tiene  por qué temer la interferencia de los Estados Unidos; pero si el comportamiento no es civilizado, en virtud de la Doctrina Monroe, los Estados Unidos deben ejercer en el continente una función de policía internacional”.

Con estos criterios tan neutrales, objetivos y respetuosos, la relación de los USA con las otras naciones del continente americano pasó por varias fases que, siendo todas intimidatorias, se conocen con estos nombres:

BIG STICK (1898-1933) Caracterizada por la intervención militar directa en otros países.

LA POLÍTICA DEL BUEN VECINO (1933-46) Que buscó el evitar las intervenciones directas pero que, sin embargo, apoyó a dictaduras y gobiernos autoritarios para garantizar la estabilidad interna y la lealtad al gobierno de Washington.

LA GUERRA FRÍA (1947-90) Los USA lideran la lucha anticomunista sin pararse en matices y de un modo un tanto paranoico. El furor anticomunista de Washington identificaba con comunismo cualquier programa reformista e hipotecaba así la democracia y el desarrollo en lo que ellos consideraban su patio trasero (Backyard) y que era toda la América Latina.

Pero en todas las etapas, los USA se consideraron a sí mismos autorizados por derecho propio para llevar a cabo intervenciones militares limitadas, no como hechos excepcionales, sino como actos normales y permitidos. Cosa admirable y sorprendente para un país que se considera campeón de la democracia. (Para no extenderme no citaré las numerosas intervenciones que en el continente tuvieron y que, quienes tengan una edad, recordarán. Pero no fueron pocas, aparte de la influencia de los intereses de sus empresas en las economías de toda la América Latina).

La pregunta ahora sería: ¿Qué fuerza ideológica había, o hay aún, tras este comportamiento habitual de los USA desde sus orígenes?

Parece que en la Historia de los USA se apuntan estas ideas: La colonización de los Estados Unidos fue obra del protestantismo anglosajón, fundamentalmente una obra civilizadora; mientras que la colonización del resto de América fue una tarea simplemente explotadora del catolicismo ibérico y sus monarquías esquilmadoras. Desde la independencia de USA sus líderes atribuyen las turbulencias de las revoluciones latinoamericanas a la herencia ibérica y, en particular, al retraso provocado por el fanatismo católico (olvidan la diversidad social y racial que han conservado estos países latinoamericanos y que los colonos anglosajones estadounidenses “neutralizaron” silenciosamente en el suyo). Así los Estados Unidos confían en una misión evangelizadora anglosajona frente a las razas latinas, indígenas y negras para que, con ella, se vean beneficiadas por el progreso, la democracia y la libertad esos pueblos atrasados e inferiores.

Pero, principalmente, la mayor carga ideológica de los USA queda definida en estos dos conceptos: El Destino Manifiesto y el American Dream.

La doctrina del “Destino Manifiesto” se perfila hacia 1840 y es la idea de un destino providencial, asignado misteriosamente a los USA y que se desconoce de dónde provenía, pero que autorizaba “per se” la expansión territorial de los Estados Unidos. Una especie de revelación, puede intuirse, si ponemos voluntad en ello.  Y quedó plasmado en un artículo del periodista John L. O´Sullivan, en relación a la anexión de Oregón, publicado en 1845: “…el derecho de nuestro Destino Manifiesto para extendernos y poseer la totalidad del continente que la Providencia nos ha dado para el desarrollo del gran experimento de la Libertad y el autogobierno federativo que nos ha sido otorgado.”

Seguramente, con este sentir colectivo, casi todos los estadounidenses de entonces vieron la anexión de los territorios mexicanos, y de todos los demás, como un resultado de ese Destino Manifiesto Providencial. Pese a todo estaban “en estado de gracia”: su causa era justa. Parece que el “¡Nosotros primero!” que hoy se formula formó parte consustancial de la Historia de los USA desde su origen.

El “American Dream” iba dirigido principalmente a los inmigrantes europeos (muy numerosos en el siglo XIX y también en el XX) y les ofrecía un mundo de oportunidades sin límite por el carácter excepcional del desarrollo estadounidense, basado en el progreso tecnológico, el crecimiento económico, la libertad empresarial, la garantía estatal del orden y la propiedad privada. Lo mejor que podía ocurrirle a la Humanidad era la extensión de los principios de los USA al resto del mundo. Y así fue como se difundió a los ciudadanos del orbe, que ya no eran admitidos en USA o no tenían interés en establecerse allí, el “American Way of Life”, para que practicaran en casa. Hay que decir que aún hay quien cree en el “Sueño Americano”, pero desde hace años los USA han cerrado sus fronteras, no se sabe si a todos o especialmente a esas razas inferiores y atrasadas que los viles y ambiciosos españoles y portugueses explotaron, pero no exterminaron, en la parte de América que colonizaron tan bárbaramente.

Tras leer esto, cada uno puede recapacitar sobre si los estadounidenses tienen una mentalidad, procedente de su historia, que les hace creer en eso de “America first!” como una cosa natural y de toda la vida,  como un regalo más de la Providencia que les bendecirá con esa suerte eternamente. Sin embargo, me da la impresión de que ese “¡Nosotros primero!”, tan amenazador, no es cosa nueva, sino que ha regido en ese país desde su fundación. Pero, claro, puede que me equivoque.