27 septiembre 2006

La viuda

Dios, con esa costumbre tan suya que tiene de hacer las cosas sin consultar, se llevó a Eugenio de una leucemia fulminante.
- Ten paciencia hija, yo creo que lo ha hecho para evitarle sufrimientos- dijo Don Agustín, el buen párroco de pelo blanco, figura oronda y semblante paternal. Usó un tono profesional, depurado en convicción a lo largo de miles de misas de funeral. Su semblante, de hombre cultivado del Renacimiento, reflejaba la proporción justa de sabiduría, resignación y cinismo que los veteranos en el servicio a la Iglesia aprenden a mostrar, con el tiempo, ante lo injustificable. Los representantes del Altísimo tienen que hacer malabares para respaldar los actos de su patrón. Así que, una vez más Don Agustín insistió:
- Hija mía, Dios escribe derecho con renglones torcidos.
- Pues si a él le ha evitado sufrimientos, me los ha pasado a mí- dijo Norberta, la viuda. Y no veo que por hacerle a él un bien me haya hecho a mí un mal tan infinito- insistió la pálida mujer de ojeras moradas.
- Consuélate...
- No me quiero consolar, porque quiero que me duela, porque no le quiero olvidar, porque para mí no ha muerto, porque mi sufrimiento le hace presente, porque no puede una olvidar a algo que es una misma, porque eso que me pide es imposible.
- Otras han tenido peor suerte que tú...
- Me dan igual las otras y los otros y usted y Dios. Sólo me importa él y mi dolor porque yo vivo mi dolor y no sé del dolor de los demás.
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26 septiembre 2006

Hacienda católica


Seamos los españoles católicos o musulmanes o protestantes o testigos de Jehová o ágnosticos o ateos o de cualquier otra creencia o descreencia, lo cierto es que todos pagamos a Hacienda el IRPF que nos corresponde. No se paga más por ser católico, por ejemplo, ni menos por ser agnóstico, por ejemplo también. Si Hacienda da a la Iglesia Católica el 0,7 por ciento del IRPF de los declarantes católicos que así lo piden en su declaración, deberá de hacer lo mismo con las distintas confesiones o, en su caso, ONGs. Esto parece de justicia. Y en el supuesto de aquellas personas que no tengan confesión ni ONG y que, por tanto, no tengan que contribuir al mantenimiento de las mismas pues, simplemente, tendrán que devolverles ese 0,7 por ciento del IRPF a los interesados. También parece de justicia.
Es sorprendende que la Iglesia Católica sea la única que, hasta la fecha, haya convertido a Hacienda, y por ende al Estado, en su recaudador. Y dicen que pertenecemos a un estado aconfesional y de derecho.
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Vergüenza ajena





En general no me gustó su poco entusiasmo por Europa, ni su liderazgo malencarado y amenazador, ni su entusiasmo por la guerra de Irak, ni su foto de las Azores, ni el interés por endosar a ETA las consecuencias de sus propios despropósitos, ni su empeño en perseverar en la negación de lo evidente, ni ese aire de perdonavidas de bolsillo, ni ese patriotismo inventado de los hombres de bien... Sin embargo, ahora, con el ejercicio del premio amigo de su magisterio en los USA, no ofenden ya a mi gusto sino a mi sentido de la vergüenza el contenido de sus discursos. El mundo, finalmente ha sabido, que ningún musulman le ha pedido perdón por conquistar España y estar aquí ocho siglos. Con semejante lección de historia no me extrañaría que se le abrieran las puertas de más universidades a esta luz del mundo. Quedó claro, nuestro eminente político tiene más motivos que nadie para estar en guerra con el mundo islámico. ¡Qué Isabel y Fernando le ayuden a vencer al moro infiel y a perseverar en el camino que nunca abandonó! ¡Por el Imperio hacia Dios!
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24 septiembre 2006

Día sin... coche.


Los gobiernos fomentan la compra de coches, recordemos el plan Renove en todas sus modalidades. Los fabricantes hacen publicidad constantemente para no disminuir sus ventas, cosa que, de ocurrir, bajaría la productividad y acarrearía el desempleo en el sector. Los ciudadanos tenemos empleos a tiempo parcial o total, pero nos hemos instalado en el convencimiento de que nuestra disponibilidad para trabajar aquí o allá es indiscutible, todo bajo el lema de la flexibilidad laboral, flexibilidad impensable sin el coche, gracias al que podemos estar disponibles en un amplio radio alrededor de nuestro domicilio. Los constructores nos han convencido de lo saludable que es vivir en el campo en esas urbanizaciones a 20 minutos, naturalmente en coche, de los centros urbanos más cercanos. Hasta el punto de que algunas empresas ya te regalan un coche si te compras un adosado en la urbanización que patrocinan.
Pues bien, y por no alargarme más abrumando con ejemplos, nos han construido un mundo en el cual el coche se ha convertido en una herramienta imprescindible para la gran mayoría de los ciudadanos y, ahora, nos dicen que no lo utilicemos, es más, que lo idóneo sería prescindir de ellos. De cuando en cuando hacemos un día conmemorativo de alguno de nuestros despropósitos. Lo que digo, sin manillar.
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