05 enero 2008

Arrebujada


Entre los macizos de aliagas silba el viento helado. El viento utiliza los valles, laderas y barrancas como si fueran los orificios gigantes del chiflo de un afilador. Es el viento norte de enero que abrasa la piel de la cara, pone a llorar los ojos, enciende las orejas con sabañones y cura las matanzas caseras de los serranos, de los pocos que aún quedan para hacerlas. Parece que quiere nevar pero no se decide, a ratos cae cellisca que te pincha en la cara y en las manos como si fueran diminutas puntas de alfiler que no llegan del todo a clavarse. Miro como la perra esquiva matas, rodea obstáculos y cazurrea, como curiosa e incansable compañera, por la ladera. Me mira de vez en cuando para no perder mi referencia entre los zarzones hirsutos y espinosos. Noto que hace un extraño y cambia su intención inicial. Algo que le ha llegado escrito en el aire no le ha gustado. Se queda quieta en el sitio. Bajo a su altura, me mira llegar inmóvil, y le digo suavemente:
- Vamos. ¿Qué es? Quiero verlo.
Toma sin dudar el camino que llevaba y marca con su parada repentina un lugar bajo unas matas, unos cuarenta metros ladera abajo. Le animo a seguir. Ya sin titubeos, ahora lo veo yo también, llega a la cama de una zorra que domina el vallejo. Es tan apacible el encame del animal que pienso que está aún viva, quizás herida. Pero la perra sabe que no y olisquea sin miedo a su pariente de cuerpo presente.
Alguien hirió al animal, probablemente el día de antes, y éste sintiéndose morir buscó un cálido encame, protegido del viento, para acabar allí, arrebujada, en posición fetal, con el hopo plegado, las orejas tiesas y los ojos abiertos. La perra no quería bajar y con razón. Dejamos allí a la zorra, sin tocarla, en el regazo improvisado de la tierra, y nos vamos los dos a buscar abrigo camino del pueblo. Solo que yo llevo también el corazón helado.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

Que experiencia fuerte. Siempre hiela el corazón encontrarse con la muerte. Porque la muerte siempre es inútil. Solo parece teer sentido cuando el organismo está tan tan deteriorado que entonces lo que no tiene sentido es la vida.

Soros dijo...

Algunos animales, cuando van a morir, tienen comportamientos que para mí los quisiera. Gracias, Zeltia.