21 enero 2008

Sino


Destetar, detectar, detestar.
El potro destetado se volvía loco al ser separado de su madre y la llamaba con chillidos agudos, entre coces, carreras, pánico y temblores atroces. La yegua detectaba, por instinto, que había llegado el paso final del parto y la crianza, la separación, y reclamaba a su potro constante, triste y cadenciosamente con un relincho lúgubre que duraba días. El arriero detestaba al mundo cada vez que tenía que separar un potro de su madre y lo hacía jurando y maldiciendo con la conciencia negra, para seguir viviendo. Así que todos hicieron cosas que ninguno quería, pero las hicieron y las padecieron, arrastrados cada uno por su sino.

6 comentarios:

Mar e Lúa dijo...

Pues sí... A veces hay que aceptar lo que venga, por muy duro que sea. Hay cosas contra las que no nos podemos rebelar por mucho que nos duela...

Un saludo!

Soros dijo...

Y la mayoría de las veces no sólo no nos lo planteamos, sino que ni siquiera nos damos cuenta.
Saludos

Paz Zeltia dijo...

... y hay quien dice que no se puede (no se debe) atribuir sentimientos humanos a los animales.

Quee no se puede saber lo que siente una yegua, no se puede saber que expresa ese sonido lanzado al aire, no se puede imaginar su angustia (parece ser que la angustia es un sentimiento únicamente humano)

(-¡que sabrán ellos (¿verdad, querido caballo?)

Soros dijo...

Los animales no creo que lo sean más que nosotros ni nosotros menos que ellos para las cosas del afecto. Quien no lo crea que presencie el incruento pero cruel espectáculo de separar a un potro de su madre. De otras barbaridades prefiero ni hacer mención.
Saludos, Zeltia.

betdeivis dijo...

Hay una canción de Silvio Rodríguez, creo que es, nunca es triste la verdad, lo que no tiene, es remedio
No estoy segura de entenderla bien, pero esto que tú has escrito me la recordó.

Soros dijo...

Bueno, algunas verdades que he llegado a conocer, además de efectivamente no tener remedio, sí que son muy tristes.
Pero muy agradecido por tu comentario. Saludos