15 enero 2008

Peonías


El abuelo siempre plantaba peonías en un extremo del huerto. Era la única flor que cultivaba, el resto de los cultivos eran de cosas útiles, suponiendo, claro, que las peonías no lo sean. Bueno, quiero decir que el resto del huerto lo ocupaban las cosas de siempre, las que eran comestibles y se podían vender. Las peonías eran su ocio y el resto su recurso o su negocio. Decía que a las peonías les gusta mucho el sol y que es una flor que simboliza la verdad.
El abuelo tenía varios nietos y nietas de sus hijas pero sólo dos nietas de su hijo y andaba siempre algo mosca porque decía que se iba a perder el apellido. Por eso ahora estaba contento, porque su nuera, se había quedado otra vez y, claro, después de dos chicas seguro que ahora venía un chico.
El viejo, en los días de invierno, buscaba el solecito de San Gil, una plaza del pueblo cerca de su casa, y se sentaba allí con otros viejos a hacer tertulia en un banco al que algunos llamaban el Banco Azul, en referencia burlona al que ocupan los miembros del gobierno en Las Cortes y que ya, hace muchos años, se conocía con ese nombre.
Las nietas quedaban de vez en cuando a cargo del abuelo y éste les ponía piedras en la linde de las sombras para que vieran cómo pasaba el tiempo y como uno de los dos, pues no lo tenía muy claro, la tierra o el sol se movían. De vez en cuando les llamaba y les decía:
- Mirad, chivillas, como se ha movido el sol.
Y las chivillas quedaban maravilladas de lo mucho que sabía el abuelo.
Como por viejo no valía para trabajar, sólo cuidaba del huerto a su trantrán y, sin poderlo remediar, de cuando en cuando, se subía a la sala de las herraduras, debajo del nido de las golondrinas, a tocar la bigornia. Recreándose en sus redobles se le pasaba el rato y cuando terminaba se sacaba el pañuelo de la faja y se sonaba la nariz y se secaba los ojos ya de paso.
- Ya está el abuelo otra vez con la bigornia. ¡Hay que joderse qué vicio tiene!
- Déjale, hombre, que se ve que tiene añoranza y además parece que la hace cantar. No ha perdido esa habilidad.
Luego, cuando se cansaba, y antes de que se pusiera el sol, se iba al huerto y cortaba dos peonías.
- ¿Sabéis, chivillas, cómo se llama esta flor?
- Sí, abuelo, peonía.
- Bueno, pues que no se os olvide. ¡Hala, una para cada una!
El día que parió su nuera estaba expectante.
- ¡Abuelo que ha sido otra niña! ¡Suba usté a verla!
Pero el abuelo no quiso subir, muy mohíno se fue al huerto. Se sentó al sol en el viejo poyo de piedra entre las cuatro bardas del huerto, su último reino. Con las manos temblorosas se lió un cigarro y se lo fumó despacio, recreándose en ello, mientras miraba sus peonías. Pensó que ahora tendría que cortar tres, pero ese día, con los ojos llorosos, se volvió a casa al irse el sol y no cortó ninguna.

8 comentarios:

Esther dijo...

Mmm Una flor que simboliza la verdad... vaya.. qué bonita suena, me gusta, me gustó mucho este post,es genial como lo cuentas,se puede ver toda la escena con claridad.Y hay muchos detalles en la historia..y eso de que le hacía cantar,me recordó una cita que un amigo me dijo una vez..
"cuando una mujer canta o algo le pasa o está enamorad" El hombre era feliz con sus cosas..ha sido genial ,de verdad..Besos

Soros dijo...

Sólo darte las gracias por tu amabilidad.

Anónimo dijo...

Ilusión que se le fué. Pero igual va a querer peonías para la tercera, en cuantito se le pase el berrinche.

Descalza

Manu Espada dijo...

¿Por qué a los abuelos siempre les da por cultivar huertos? El día que me anime a ello será que me emoiezo a hacer mayor, porque en mi familia siempre pasa. Si se dedican a un huerto, es que ya son mayores.

Soros dijo...

Bueno, a lo mejor hoy es así. Hace años una buena parte de los hombres de los pueblos tenían su trabajo y además el del huerto. Por otro lado hay muchísimos abuelos que no hacen nada. Cada uno se lo monta como puede.
Saludos Manuespada y gracias por tu visita.

Paz Zeltia dijo...

Tuve que ir a buscar lo que era bigornia para poder seguir leyendo.
Otro de tus relatos por los que siempre vengo a tu blog :)

Anónimo dijo...

Si quieres ser feliz un fin de semana, cásate; pero si quieres ser feliz toda la vida, planta un huerto. O algo así

Soros dijo...

Gracias a todos. Os regalo una peonía a cada uno y a Zeltia, además, una bigornia, si es que puede con ella.
Saludos