01 diciembre 2007

Seguidillas del abuelo


Ha caído por casualidad en mis manos este cuento de una paisana mía que se llama Guadalupe Cuevas Blázquez. Me ha gustado tanto que lo he transcrito por si alguien quiere leerlo. Su texto íntegro es el que sigue:

SEGUIDILLAS DEL ABUELO

A todos aquellos que dejaron su memoria en el corazón de los que querían.

“Seguidillas corridas
van por la calle
como van tan corridas
no las ve nadie”

“Labrador es mi amante
de cinco mulas;
tres y dos son del amo
las demás suyas…”

- Abuelo, ¡ pero por qué andas cantando?
Pero el abuelo no me responde. Hace tiempo que no mantiene una conversación coherente ni conmigo ni con nadie. Sigue balanceando su cuerpo y canturreando con una sonrisa bobalicona que pone de los nervios a mi madre.

“……………………………..
de cinco mulas
tres y dos son del amo
las demás suyas”

- ¡Padre, cállese! Cualquiera que le oiga… No se acuerda ni del día en que vive y ahora le da por los cantares.
Cada día que pasa sus estrofas van quedando mas desgajadas y su sonrisa se va tornando en un rictus de amargura. Se aferra desesperadamente a las pocas palabras que le quedan en la memoria:

“tres… y dos… son del amo
tres y dos…
las… suyas, suyas”

Y mi madre, cada vez más triste, le va diciendo ahora que cante, que siga cantando.
Intenta una y otra vez recordar la letra y a pesar del esfuerzo, sólo consigue que dos lágrimas frías resbalen por su cara surcada de arrugas. Cierra los ojos y deja de balancearse.
- Está mucho peor, ya no recuerda nada, se está yendo…
Pero yo me niego a permitir que el hombre que abrió mis ojos y mi imaginación permanezca muerto en vida. Cuando mi mente estaba tan vacía como ahora está la suya, él me enseñó las mejores aventuras que un niño de ciudad hubiese podido imaginar.
- Por aquí cerca debe de haber un nido de oropéndolas.
- ¿Cómo lo sabes abuelo?
- Mira la madre, es esa que va dando saltos para llevarnos por otro camino. Así es como defiende su nido.
Y dábamos dos o tres vueltas y allí estaba el nido. Me dejaba mirarlo de cerca pero sin tocarlo.
- Que si no los “aborrecen”.
- ¿Por qué sabes abuelo que aquí hay “jabalines”?
- Dilo bien que si no tu madre nos riñe, esto es un “bañaero”. ¿Ves los árboles rozados?, ahí es donde se refriegan para quitarse las garrapatas.
- Abuelo, ¿por qué coges esas hierbas?
- Porque son buenas para el cólico.
Me daban miedo las botargas y los cohetes que anunciaban las fiestas del pueblo. Pero las manazas fuertes y callosas del abuelo siempre conseguían trasmitirme tranquilidad. Cuando llegaba el baile yo era el que mejor lo veía.
- ¡Aúpa mi mozo, a la barrera!
Y con un movimiento ágil y vigoroso pasaba de estar enganchado a sus pantalones al palco de honor de sus anchos hombros. Le gustaban como a un loco las jotas y seguidillas y todavía se le iban los pies mientras veía a los mozos y a las mozas bailar.
- ¡Qué buen rondaor fue tu abuelo, le tenías que haber visto de joven!
- ¡Va por mi nieto!

“Calle de las cuatro esquinas
cuántas veces te he rondado.
Y las que te rondaré
si no me toca soldado”

Y al abuelo se le sonreía el alma mientras cantaba la copla entre la admiración y el aplauso de los que nos rodeaban y a mí me parecía la atracción más importante de todas las fiestas.
Yo fui creciendo y dejaron de gustarme las fiestas del pueblo, se me olvidaron las coplas que había aprendido a canturrear y el abuelo me fue pareciendo cada día menos alto y menos sabio. Aunque le seguía queriendo ya no necesitaba su mano para enfrentarme al mundo que me había tocado vivir, entre otras cosas porque en este mundo yo me creía más sabio que él.
A poco de morir la abuela nos lo trajimos a vivir con nosotros. Durante los primeros meses hubo que enseñarle a desenvolverse en la ciudad y en poco tiempo se volvió más pequeño y más blanco (él decía que por las calefacciones), perdió parte de su arrogancia y le empezaron los achaques.
Un día empezó a olvidarse el grifo abierto, otro se despistaba y no sabía dónde estaba el portal de casa aunque estuviera en la misma calle. Otro, no recordaba para que servía la cuchara o la silla…
- ¡Abuelo, que se te va la olla!
Y el abuelo se fue dejando ir. Mientras, vagaba por la casa cantando coplas y con una sonrisa bobalicona en la boca.

“Buenas noches tenga usté
hermosa flor de romero.
Aquí tiene usté un criado
sin que le cueste dinero”

Hasta que se le fue perdiendo la letra y la sonrisa. Y el silencio se instaló en su voz y en su mirada.

¡Aúpa mi abuelo, que empieza el baile!
Mira las mozas, mira sus trajes.
¡Uy, cuánta gente vino este año!
Escucha la música y los aplausos.
Abre los ojos que viene el Santo,
Lo traen a hombros los “quinto” viejos.
Y la botarga con traje nuevo,
nos va tirando los caramelos.
Tú no te agaches, yo voy por ellos,
yo te los cojo, que te los debo.
Dame tu mano como hace tiempo,
te llevo al cuarto y te doy un beso.

Y el abuelo me entrega una mano fría y huesuda que yo trato de abrazar con todo el calor de las mías.
- Ha sido buena la fiesta de este año, ¿no te parece?
Los ojos del abuelo están de nuevo abiertos. El brillo de su mirada les ha devuelto el color pardo-verdoso que siempre tuvieron. Su sonrisa pícara me hace pensar que se está dando cuenta del follón virtual que le he montado en la sala de estar con la minicadena y el video a todo trapo. Pero sigue sonriendo mientras mi madre y yo le llevamos a la cama. Su mano se ha vuelto más cálida pero se resiste a soltar la mía mientras me mira con toda la alegría del mundo en sus llororos ojos y me susurra entrecortadamente:

“Me… despido de tu puerta
de tu… reja y tu balcón
y de ti no me… despido
Adiós mo… renita, adiós”

A la mañana siguiente amanece rígido en su cama. Sus ojos abiertos aún mantienen el brillo y la sonrisa permanece en sus labios lívidos. Mi madre le cierra los ojos y me dice que los recuerdos están en su alma, pero no permito que los de la funeraria le sellen la sonrisa de su boca.
Y esta va por ti abuelo. Aunque no puedas oírme .

“Labrador es mi abuelo
de cinco mulas;
ya ninguna es del amo,
las cinco suyas”

(Guadalupe Cuevas Blázquez)

3 comentarios:

Insumisa dijo...

:o(

Bellas coplas... tristeza por el abuelo que se ha ido.

Ermengardo II dijo...

Joder, tio, me has hecho llorar. Será que me acordaba de mi abuelo, que tambien cantaba coplas.

axinio dijo...

Si canto me llaman loco
y si no canto cobarde
si bebo vino borracho
si no bebo miserable
si canto me llaman loco