Alguien, no se sabe instigado por quien o quizás por voluntad propia, ha conseguido que sea secuestrada una revista en España por un dibujo satírico sobre los príncipes de Asturias. Es la revista El Jueves, a la que pertenece la viñeta de la parte superior. La medida parece un poco antigua, inusual, más propia de la dictadura y, sobre todo, de una legalidad dudosa en un país con libertad de expresión. Pero parece que la casa real española tiene un estatus especial, no sólo ante la prensa sino también ante la democracia y sus instituciones. Ese estatus especial sirve para que estas cosas sean legales hasta en una democracia. Resulta extraño que un conjunto de personas que viven del erario público y que, curiosamente, no son elegidas democráticamente, tengan estos privilegios y se consideren exentas de la crítica, de la ironía y de la sátira. Nada nos puede extrañar que los obispos, por ejemplo, que tampoco son elegidos por nadie, pero que se reclaman representantes de Dios en la tierra, reclamen privilegios semejantes y aún mayores y les digan, a los españoles todos, lo que es el bien y el mal y cuál es el verdadero camino, al margen de lo que las leyes, democráticamente promulgadas, digan. Pero claro, si la realeza está legitimada por la herencia, que pasa privilegios de padres a hijos o a hijas (en un futuro), cómo no va a estar legitimada la iglesia, cuya legitimidad procede del legado divino, para sentirse exenta de las normas democráticas. Puestos en este punto las religiones, cualquiera de ellas, son mucho más importantes y trascendentes por su tradición y por su número de practicantes que una simple casa real restaurada, en este caso, por un dictador. Si se secuestra una revista por un dibujo satírico en el que aparecen personas de la casa real dando al asunto tintes delictivos, como no va a constituir un grave conflicto internacional y un delito de magnitud infinitamente mayor la publicación de unas viñetas satíricas alusivas al profeta del Islam. Seamos justos, de ser justificable lo primero, mucho más justificable es lo segundo. Esto no es serio ni razonable.
2 comentarios:
Bueno, me parece que mezclas chicha con limoná. Yo estoy escandalizada por lo del secuestro de la revista que, dicho sea de ppaso, ha sido cosa de un juez, no de la Casa Real, pero nadie ha amenazado con matar a nadie. No mezclemos integrismos enfervorecidos con la tontaina interpretación de la Ley de un juez que, por lo visto, debe ser muy monárquico.
Como ves todo se quedó en agua de borrajas, como no podía ser de otra manera.
Lo que da miedo es ver quien te puede aplicar la ley!!!
Lo otro, ese anacronismo, la monarquía, supongo que solo sirve para excusa de que nostálgicos de un tiempo pasado, soporten vivir teniendo que aceptar que "todos tenemos los mismos derechos"... aunque y sabemos que todos, no.
JOSÉ LUÍS DE VILALLONGA Y CABEZA DE VACA
Marqués de Castellvell y Grande de España.
El "diamante falso" de Begoña Aranguren.
Por Rafael del Barco Carreras.
Con la muerte de José Luis de Vilallonga me rebrotan veintidós años atrás. Otro mundo, cuando tropecé tras tres años en La Modelo con un vividor explotando su papel de escritor, socialista y aristócrata, y por casualidades se incluyó entre mis estafas bancarias en el intento de enderezar mis empresas muy dañadas por la ausencia. La compra del coquetón pero desastroso restaurante montado por Syliane, y los créditos del Banco Mercantil de Tarragona, amén de unas letras en el Banco Pastor, le produjeron no menos de treinta millones de los 85. Aunque se los gastaría en su brillante vida de gran marqués, que en aquel momento disfrutaba más su mujer que él con ya 65 años, aquel dinero formó parte de mis últimos años de cárcel. Es curioso pensar que conocí y traté tanto a José Luis de Vilallonga como a Antonio de la Rosa Vázquez, o sea, poco, puntual, para unos negocios, y los De la Rosa me convirtieron en desgraciadamente protagonista, y José Luis, ¡con lo que le gustaba autobiografiarse!, nunca jamás nombró a quién le cubrió sus gastos durante unos años. El 85, 86 y más. El alivio monetario hasta alcanzar el éxito con la biografía del Rey elevando su caché de personaje célebre. El papanatismo. Un retruécano nos involucrara Antonio Parés Neira, administrador del Hotel Ritz de Barcelona, gracias a otra de mis operaciones financieras, y al que, sin recato después de muerto, en una de sus “memorias”, acusó de convertir el devaluado hotel, de antes de su reforma, en un mublé, olvidándose de largas y gratuitas estancias. Una fatal carambola pues en el 80 me recomendó a Luis Pascual Estevill, su abogado, y “perdió” unos documentos clave en el proceso por el Consorcio de la Zona Franca. Tito Parés, además de añadir en mi vida a Pascual Estevill y José Luis, sería uno de los promotores de Tita Cervera con la que el marqués partiría peras al encargarle la biografía del Barón Tyssen. El “club del Hotel Ritz de Barcelona”, donde se parieron tantas truculencias de la Gran Corrupción. Los tres descansan en paz.
Haber conocido a su hermano Alfonso, por los 70, por cliente de la Caja Cooperativa de mi dirección, termina casi cuarenta años de anécdotas de los gran Vilallonga. Una de las grandes sagas, de los mayores terratenientes de Cataluña, se diluyó entre ciclos políticos y despreocupados artistas de mucho gasto. Recuerdo a Alfonso, pisando una finca con otro decrépito caserón y torre de vigilancia en Tarragona, consultándome por la venta en cincuenta millones ofrecidos, o a un grupo madrileño que le ofrecía trescientos si la escrituraban por seiscientos millones. Negocios.
Me gustó leerle en tiempos, pero después de tratarle (otra casualidad, vecinos durante un año en la Castellana nº. 80) y reclamarle judicialmente diez millones de pesetas con sentencia a favor de una de mis sociedades, perdí la afición por su excelente castellano. Por supuesto, nunca cobré, por no encontrar bienes a su nombre a pesar de la declaración al Banco Mercantil por cientos de millones. Los derechos de autor los cobraba entre en negro y un agente francés. Insolvente total, aunque deudas sí sabía contraer, y seguramente por ello el piso en Castellana 80, mil metros cuadrados de doble ático, comprados por 25 millones a finales de los 70, con quizá el último reparto familiar, figuraba a nombre de Syliane.
El tema acabaría con otro expolio a manos del abogado Eduardo Soler Fisas, socio de Luis Pascual Estevill, imposibilitándome la venta del Castillo de Castellbell, que yo consideraba de mi propiedad con poder suficiente para su venta. Una operación con actas corruptas. Mis ex abogados y sus “faenas”. Mal bicho el tal Soler (bufete con el otro ex socio de Pascual, Guerau Ruiz Pena, contratado por el Ayuntamiento) que en 1996 se presentó a juez por el “cuarto turno”, según rezan las listas publicadas en Internet, cuando Pascual alcanzó su máximo poder como vocal del Consejo General del Poder Judicial y su delegado en Cataluña, sin conseguirlo por la estrepitosa caída de su “padrino”. Su “vocación” se despertaría en los viajes a Suiza con el ya juez Pascual distribuyendo saldos. Viajes incluidos en el sumario por “extorsión y chantaje” pero escaqueados en el burle entre trileros de los “profesionales de la Justicia”. Otra historia paralela a la de José Luis.
Para detalles www.lagrancorrupción.com
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