11 noviembre 2010

Peritos en vientos

Casi siempre se necesita ser un solitario empedernido para apreciarlo. No sé por qué, pero la compañía parece que induce a la comodidad y, por ello, a la distracción y al barullo de la ciudad o al fuego hogareño del pueblo o a la tertulia del bar.
Las vistas que ofrece la naturaleza son instantáneas y efímeras pero simultáneamente sobrecogedoras, como lo es la belleza deslumbrante que, a la vez, impone, apabulla y asusta. Hay que estar allí, en su momento, para verlas surgir y disolverse, para sentirse parte de un instante furtivo, para testificar ante uno mismo, sin encontrar palabras, el acuerdo casual entre cielo, sol, nubes, tierras, lluvias y esos vientos que todo lo dibujan y lo desdibujan en el lienzo profundo del horizonte quieto. Son pequeños o, según se mire, grandísimos milagros sin creencia ni religión que los respalde y patrocine.
Cualquiera puede topar con estas cosas un día, por casualidad, y sentirse afortunado. Sin embargo, hay ignorados y secretos profesionales de los espacios abiertos, cuyo currículum oculto no consta en parte alguna ni ellos lo quisieran, que las coleccionan en su retina, sabiendo que nunca, ni con la mejor foto, podrán transmitir a los demás el sentimiento profundo y mudo de lo que es inefable. Son peritos en vientos.

2 comentarios:

Insumisa dijo...

Que manera de describir. ¿Qué fotografía!
Desde que visité tu patria, mi buen señor Soros. Cada que paso por La Rumorosa y la ciudad de Tecate, el paisaje del entorno, me la trae a la memoria. No me considero una solitaria empedernida, pero tal vez lo sea en el fondo... incluso quizás, una aprendiz de perito en vientos.

Soros dijo...

Piel de Letras, el mérito es de la foto. Ella me dio pie al comentario. Ella y los recuerdos de sierras, barrancos y estepas que guardo, cariñosamente, en un rinconcillo agarimoso de mi memoria.
La soledad es amante secreta que, quien más quien menos, frecuenta con avidez según sople la vida.
Y seguro que serás perita en vientos, en vientos del desierto.