Alguna vez habrá un país en que la escuela sea el lugar común de todas las niñas y todos los niños. Allí recibirán una educación y una cultura. Luego, cada uno, según sus ideas o las de sus padres, recibirá su formación religiosa, si es que la precisa y la desea, en la correspondiente sinagoga, mezquita, iglesia, pagoda, salón de culto, etc. También cada cual contribuirá al mantenimiento de su lugar de culto y de los ministros del culto, en el que crea y desee formarse, con una dádiva directa que no tenga que pasar por las arcas comunes de la Hacienda Pública. Será un relax para todos sacar las religiones de la pugna política y de la economía pública. Todo es simple cuando no hay intereses creados. Todas las religiones podrán cumplir con su misión y anhelo de apostolado en igualdad de condiciones y con recursos realmente proporcionales a su número de creyentes. Por otro lado las jerarquías religiosas de las distintas confesiones podrán seleccionar y organizar con total libertad y sin coacción alguna, por parte del Estado, al profesorado propio que se encargue de estas tareas. Sí, seguro que así será algún día.
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