He leído algo de la arqueóloga
mexicana Ximena Chávez sobre los sacrificios humanos en las excavaciones del
Templo Mayor de Tenochtitlan (capital de los Mexicas y ubicada hoy en el
subsuelo de la capital de México).
Parece que los gobernantes
mexicas de hace 500 años y anteriores, mediante este rito, creían poder
conseguir de los dioses la estabilidad de su imperio y de sus propias
existencias, alimentando el ciclo natural vida-muerte. Pensaban, se cree, que
eso agradaba a sus dioses y éstos, a cambio, les devolvían la rutinaria prosperidad
cotidiana que tanto ansiaban los Mexicas y de la que continuamente recelaban.
La desconfianza hacia el futuro parece tan antigua como universal.
También deduce esta arqueóloga,
de su trabajo sobre miles de restos óseos, que los sacrificados no fueron
decenas de miles (como especularon los cronistas españoles de la época de la
conquista), sino muchos menos.
Dice Ximena Chávez: “En aquel entonces se aceptaba socialmente
el sacrificio, incluso la persona que iba a ser sacrificada seguramente
aceptaba que formaba parte de un todo. Pero hoy se ha perdido la sacralidad de
la violencia.”
Es cierto que los cronistas
españoles de la época hablan de muchos miles de sacrificados, del mismo modo
que exageran desaforadamente el número de combatientes de los ejércitos a los
que hubo de enfrentarse Hernán Cortés. Estas exageraciones que a veces rozan,
cuando no alcanzan, el ridículo de lo increíble, creo que son notoriamente
interesadas. O, mejor, lo fueron para aquellos legendarios guerreros españoles
a los que nadie podían impedirles hacerse publicidad a sí mismos.
En cuanto a los sacrificios
humanos, los españoles encontraron un poderoso motivo de descrédito hacia los
Mexica, pues, para su sorpresa, el imperio Mexica con el que toparon era una
civilización organizada, culta y refinada, orgullo de los conquistados, y que a
los conquistadores asombró. ¿Explotaron el hecho de los llamativos sacrificios
humanos para justificar la implantación de un orden nuevo y cubrirse de razones
para hacer lo que hicieron? Parece que bastante de eso hubo. Y, tal vez,
inculcaron en la lejana España la idea de que se estaban enfrentando con
salvajes irredentos que pedían a gritos ser “civilizados”. Cuando la realidad,
que sólo ellos conocían, lo desmentía totalmente.
Las exageraciones en el número de
atacantes en las batallas que libraron también redundaba en la mayor gloria y
merecimientos de los conquistadores ante los sucesivos monarcas españoles, que
se encontraban tan lejos de los escenarios de la conquista y, muchas veces, tan
ajenos a ella.
Pero, generalizando, los
españoles también tenían “dioses” a los ojos de los Mexicas que seguramente no
andarían muy duchos en el sencillo y comprensible Misterio de la Santísima
Trinidad. El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, las Vírgenes, los Santos… alguno
tan emplumado como Quetzalcoatl, tendrían ante ellos este papel. Pero, sin
embargo, los ritos religiosos de los cristianos y sus entidades religiosas eran
totalmente desconocidos para ellos. Si no hubiese sido así, tal vez los
inteligentes y cultivados mexicas y mayas habrían llegado a la conclusión de
que los cristianos también hacían sacrificios humanos.
Si los sacrificios humanos eran
homicidios programados por motivos religiosos, ¿acaso no se inmolaban víctimas
en España por idénticos motivos?. Pensemos en la Santa Inquisición, ¿no velaba
el Santo Oficio por la religión de los cristianos? Su misión consistía en
perseguir la herejía, la brujería, la judaización, la blasfemia, la
homosexualidad… y todas aquellas cosas que molestasen al Dios trinitario
cristiano. ¿No deberían considerarse las ejecuciones públicas dictadas por el
Santo Oficio sacrificios humanos? ¿Acaso no pretendían agradar al Dios de los
cristianos? ¿Acaso no se hacían en su nombre? Podrá objetarse que se hacían
bajo una acusación, bajo el concepto de pecado y, por tanto no eran gratuitas,
se tenían por un modo de justicia. Sí, pero se hacían.
Bien, pensemos entonces, a lo
largo de la historia del cristianismo, en la cantidad de mártires que aceptaron
la muerte, se supone que de buen grado, antes que abjurar de su fe. ¿No se
ofrecían estos, tal que los Mexicas, a ser gloriosamente inmolados por su Dios?
Sí, pero entonces eran los enemigos de su fe quienes les sacrificaban. Exacto,
pero los sacrificios se producían igualmente.
Parece que el sacrificio humano
de los cristianos podía por tanto ser llevado a cabo por los propios cristianos
o por sus enemigos y que las víctimas de esos sacrificios podían serlo por
pecado o por virtud. ¿A ver si va a resultar que los cristianos, a lo largo de
nuestra historia, hemos tenido más y más variados sacrificios humanos que Mayas
y Méxicas? Y, además, sin ni siguiera caer en ello. Así, como a lo tonto.
¿No hemos tenido guerras civiles
a las que hemos dado el término religioso de cruzadas? Y, una vez abierta la
despenalización del homicidio, unos han sido mártires por la fe y otros
mártires por la libertad. Hasta las guerras convertidas en altares de
sacrificio. ¿Hay quién dé más?
Incluso, hoy en día, cuando
alguien se encuentra desahuciado y sabe que le queda ya muy poco de vida, ¿no
se da el caso de que alguien piadoso se le acerca y le dice que ofrezca sus
sufrimientos a Dios? Es cierto que esto es hacer de la necesidad virtud, pero,
¿no ocurre? El sacrificio ante la divinidad no excluye a los moribundos como
víctimas ni a las enfermedades como ejecutores. Tal vez por eso muchas de
nuestras actuales entidades sigan siendo tan reacias a sustituir por la laica
eutanasia ese postrero y sublime sacrificio religioso en el salto a la
eternidad o la nada. Vaya usted a saber.
También se criticó en la época de
la conquista que los sacerdotes y fieles de los dioses de los Mexicas se hacían
heridas sangrantes (en ciertas partes) para agradar con su sangre a sus dioses.
Y nosotros también conocemos cómo se hacía, y se hace, uso de cilicios hasta
sangrar entre los católicos más píos, cómo se azotan, todavía hoy, algunos
elegidos (voluntariamente y con orgullo) hasta sangrar públicamente en algunas
procesiones… Y no me cabe la menor duda de que los cristianos que hacen esas
prácticas lo hacen también por agradar a su Dios. Es que si no, sería del
género tonto.
A mí me parece que cuando
hablamos de sacrificios humanos no debemos mirar solamente fuera de nuestra “civilización”
porque también podemos haberlos tenido delante a los largo de nuestra historia
sin jamás haberlos visto. Maravillas, tal vez, de la fe verdadera, que es la
nuestra, claro. Tan ciega ella.
10 comentarios:
Pues a mí me parece que en estos sacrificios de los Mexicas existe algo poético… Además, la inocencia y la naturalidad con la que los realizan los exonera de toda “culpa”. Has hecho un análisis muy acertado, pero, perdóname, a mí me ha paralizado esa frase genial que incluyes en el texto: “La desconfianza hacia el futuro parece tan antigua como universal”. Eso es verdad, pero ¿te has preguntado por qué? ¿No será porque el futuro se parece cada vez más a una distopía?
Me ha gustado mucho tu profunda reflexión.
Besos.
Gracias, Sara. Todos soñamos con un futuro utópico pero la realidad, que es muy variada y terca, no hace sino amenazarnos con lo contrario, eso que dices tú. ¿Cómo podemos las personas conjurar el temido y siniestro futuro que tememos? ¿Creemos que con la democracia será suficiente? ¿Qué fenómenos inesperados nos harán cambiar? Tal vez todas estas incógnitas hayan querido paliarlas las religiones. Y, resignados a la realidad, nos congratulemos todos en poder encontrar la utopía después de la muerte. O tampoco.
Un abrazo.
Muy interesante, Soros, tu visión ampliada del concepto “sacificio humano”. La primera acepción de “sacrifico” que aparece en el diccionario es la de “ofrenda a una deidad”, así que sin duda todas esas muertes, voluntarias o involuntarias, que a lo largo de la historia se han producido por motivos religiosos, son sacrificios.
Pero será que cuando una civilización se considera superior a otra, eso de sacrificio le suena a cosa de bárbaros y primitivos, y a lo suyo no lo llama así. Ya sabemos lo del efecto que tienen las palabras en la mente.
Por otro lado, si la civilización “primitiva” en cuestión no era tan primitiva ni mucho menos, sino culta y refinada, lo mismo vale al revés: los conquistados serían también brutos y crueles como los conquistadores. Quiero decir que verlos como un pueblo que hacía sus sacrificios con inocencia y naturalidad, como ha señalado Sara, a mí me parece que es insistir en esa visión de civilización rudimentaria y sin conciencia.
Y por último, me ha llamado la atención y me ha gustado la frase de la arqueóloga, “hoy se ha perdido la sacralidad de la violencia.” Creo que ese hecho, el que hoy se deplore la violencia en general, es un indicio de que el mundo ha ido siempre a mejor, por más oscuro que veamos el futuro a veces.
Aunque puede ser que yo sea una ingenua y una ilusa, que es una posiblidad que no descarto, ¿eh? :D
Gracias, Ángeles. A mi me parece que todas las civilizaciones, en incluso los grupos humanos, se han sentido en determinado momento superiores a las demás o a los demás. Lo estamos viendo cada día y se nota a lo largo de la Historia. Parece que los humanos no podemos evitarlo. Así, todos los conquistadores que en el mundo han sido, han buscado a lo largo de las conquistas el desprestigio de los conquistados como forma de autoensalzarse o de justificarse. A veces los mismos que han practicado esas formas de "propaganda" han tenido después que padecerla, y, si queremos un ejemplo que venga al caso, podemos pensar en La Leyenda Negra que no hace falta mencionar contra quién iba.
Estudiar estas cosas es entretenido y aleccionador y, además, suele suscitar muchas opiniones distintas y, a veces, que no es el caso, hasta enfados.
Afortunadamente en nuestro entorno más cercano la violencia va menguando pero en otros lugares la violencia es el fondo en el que todo se mueve. Quizá los europeos nos miremos demasiado al ombligo, pero el mundo es muy grande.
Sí, pensé en esos otros lugares en que la violencia es la norma, pero me refiero a que en "esta parte" del mundo la violencia nos escandaliza, y quiero creer que eso indica que al menos en algunas partes del mundo la humanidad ha ido evolucionando en sentido positivo, y eso me da esperanza.
Gracias, Ángeles. Ya te había entendido y la verdad es que algunos tenemos suerte por vivir en esta parte del mundo. :-)
Sacrificio, ofrenda.
Sacrificio, castigo.
Allí está la diferencia entre ambas estructuras religiosas.
Era un honor dar la sangre y la vida por salvar. Lo hacían los mejores, trascender era un premio.
No era para estas civilizaciones la religión una herramienta para dominar y someter, a través del miedo.
Por eso no lo entendieron los conquistadores y por eso es que acá se conservó una profunda espiritualidad, con la imagen que fuera. El sentido no cambió. Sigue siendo sacrificio, sinónimo de ofrenda.
Y a pesar de lo que se escandaliza gente ignorante como Ángeles, de la etiología de la violencia en esta zona. Pprecisamente por pacíficos es que la tenemos.
Un beso.
Gracias, Sara O. Durán.
Me parece muy interesante tu punto de vista, aunque hay que recordar que también hay memoria de que se sacrificaban niños, enemigos apresados y gente deforme.
Pero a mí no me parece ignorante Ángeles porque exponga su idea. De todos modos hay investigaciones constantes sobre esos sacrificios mexicas y mayas desde los archivos y por medio de los nuevos hallazgos y cada vez todos sabremos más.
Besos.
Cuántas atrocidades hemos cometido los humanos en nombre de Dios o de los dioses. Y algunos siguen. El caso es imponerse al otro por la fuerza.
Muy interesante tu escrito.
Gracias, Paloma. Y sí, así somos los humanos y parece que tenemos poca enmienda. El dios del dinero y su religión, la economía, siguen haciendo estragos.
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