06 junio 2018

Sánchez



Me ha hecho mucha ilusión tener de presidente del gobierno a un señor que se llame Pedro Sánchez. Y no es porque yo sea socialista progresista avanzado de toda la vida, ni porque sea de extremo centro izquierda, ni porque sea un peligroso podemita posibilista equidistante, ni un enemigo de los rancios patriotas ciudadanos y peperos más recalcitrantes. No señor, es sólo por el apellido.

Sánchez, ¿han visto los siglos tanta sencilla belleza? Alguien que se apellida Sánchez (hijo de Sancho) evoca la llaneza del personaje más popular y pegado a la tierra de “El Quijote” (esa novela que todos los españoles hemos leído varias veces) y, ese nombre, sólo puede augurar acercamiento, confianza y preocupación por las primeras necesidades a las que la vida en el planeta Tierra se vincula. Un Sánchez parece siempre una persona de tu barrio, con los pies en el suelo y que se preocupará más por tu salario, tu pensión, tus hijos y viejos y, sobre todo, por tu cesta de la compra y que dejará para otros nombres más ilustres el lucimiento. De modo que personas con apellidos más rimbombantes disfruten hablando, por ejemplo, de la evolución de los mercados internacionales, del desequilibrio fiscal y financiero, del mercado internacional de divisas y de otros temas igualmente apasionantes, pero de los que todos estamos al día por la inveterada costumbre popular española de consultar “The Economist” tan pronto como sale. Un Sánchez parece más proclive a tocar esos temas inéditos que suelen escapárseles a las mentes más privilegiadas.

Y no es que yo esté rencoroso con el presidente anterior, el Sr. Rajoy, pero es que donde esté  un Sánchez, por favor, parece que hay más confianza, uno se siente menos cohibido. Aparte de que Rajoy, cuando contestaba a las preguntas (que era pocas veces), lo hacía como para alejarte de su paso, para que te quitaras de en medio. Por ejemplo, cuando se dignaba contestar, casi siempre comenzaba con un “Mire usté”, y, claro, ya te había dado un empujón, se te quitaba toda la confianza, se perdía el cariño. Y es que a la gente no nos gusta que nos miren por encima del hombro, mire usté.

Pero no quiero hablar de Rajoy, porque de pequeño me enseñaron que no hay que hacer leña del árbol caído y, aunque en el caso de Rajoy sea uno cortado, tampoco  es bueno, ni de cristianos, ni siquiera de meras personas de bien, ensañarse con ese resentimiento malo, pero malo, malo y pernicioso. Y desde aquí juro que le perdono todo, desde los hilillos de plastilina ascendientes en modo vertical que salían del Prestige y otros asuntos del pasado, hasta lo de nuestros días.

Pero además hay otra cosa. Aparte de los merecimientos que se esperan de cualquier Sánchez que se precie en el gobierno de la nación, aparte de sus posibles logros en el futuro, aparte de los aciertos que todos y todas (las personas de bien) le deseamos, aparte de esa cercanía que esperamos que nos ofrezca, hay un factor que pocos han valorado. Sánchez tiene un fondo electoral que pocos han considerado: la familia. Sólo contando con que en las próximas elecciones le voten sus familiares, tiene un remanente electoral asegurado por encima del millón y medio de votos. En España, hay casi 1.700.000 personas que se apellidan Sánchez. Una familia numerosa. Si los Sánchez se aferran al poder será muy difícil descabalgarles. Miren, miren las encuestas. Pocas personas llegan al poder con esa cama genética, con ese colchón electoral. Y los politólogos en Babia.

13 comentarios:

Isidro dijo...

Pues mi más sincera enhorabuena Sr Sánchez que, estoy seguro que, con un apellido así a todos nos irá bien. No hay nada más que ver con la que gente que quiere cabalgar en esta misión tal difícil como es ser Presidente del Gobierno. Por cierto, mira lo que dice tu correo. "La bandeja de entrada del destinatario está llena"

Soros dijo...

Espero, Isidro, que con lo de "Sánchez" no me hayan confundido con el presidente. La verdad es que no recibo tantos correos y no sé a qué se debe el que mi bandeja de entrada esté llena. Quizá sea a que he cambiado de programa de correo y de ordenador y que el nuevo programa no lo tenga controlado. Procuraré arreglarlo, si mi cabeza da para ello. Gracias por tu comentario y por compartir la ilusión que muchos españoles tenemos por el nuevo gobierno. Ojalá nos dé motivos de satisfacción.
Un abrazo.

Sara O. Durán dijo...

Con esa alegría que trasmite la entrada, todo indica que se ha ido por el rumbo más positivo posible.
Deseo de todo corazón que así sea.
Un abrazo grande.

Soros dijo...

Gracias, Sara. Me gusta ser un optimista moderado porque la política suele ser generadora de ilusiones y, sobre todo, de decepciones. Pero, ¿por qué no disfrutar de la ilusión mientras dure? No todo van a ser tristezas y temores en la vida, ¿no?
Un abrazo, Sara.

Paloma dijo...

Muy bueno, Soros, con tu humor habitual.
No sé cómo lo hará Sánchez pero para mejorar al anterior no lo tiene muy difícil. Los hijos viejos tienen puestas en él todas sus esperanzas, jajaja, qué gracia me ha hecho eso.
Y me voy que tengo que releer El Quijote (voy por la cuarta)

Soros dijo...

Gracias, Paloma. Eso, los hijos viejos lo esperan todo de los padres jóvenes. Con El Quijote, me cuesta reconocerlo en público, pero solamente voy por la segunda, y a fuerza de fuerza...

Sara dijo...

Qué gran entrada, Soros… Y los Académicos en Babia… Aparte de una buena dosis de buen sentido del humor, está llena de esperanza, y eso es algo que compartimos una gran parte de los españoles a los que no nos gusta que nos hablen de usté, sino de usted.

Besos.

Soros dijo...

Gracias, Sara. Ilusión es lo que, a estas alturas de la monotonía, trae cualquier cambio. Pero, como es tan difícil que las personas cambiemos de conducta (e incluso los políticos), seguro que enseguida entramos de nuevo en esas aburridas guerras dialécticas que tanto decepcionan.

Ángeles dijo...

Pues sí, Sánchez es uno de esos apellidos que tienen los pies en la tierra. Siempre me he preguntado por qué a Rodríguez no lo llaman así y se empeñan en nombrarlo por el segundo apellido.

En fin, a mí lo que me ilusiona es leer textos como este tuyo, con humor, ironía y siempre viendo un poco más allá de lo elemental.

Soros dijo...

Gracias, Ángeles. La monotonía que provocan todos los hechos previsibles que sabemos que suceden o sucederán en el devenir diario de la vida política producen una especie de asfixia. La política es tan repetitiva como el fútbol o la pornografía, por eso cuando se aprecia algún detalle nuevo, aunque sea nimio, uno goza imaginando que alguna vez se impondrá la buena voluntad. Hay muchas cosas que no cuestan dinero ni romperían los presupuestos: independencia de las teles, quitar los aforamientos, independencia del poder judicial, reforma de la ley electoral... Pero aunque todos en teoría estén por hacerlas, seguro que no las harán por el mero placer de hacer fracasar a quien las proponga. El perro del hortelano tiene casi siempre mayoría en los parlamentes españoles y eso que no se presenta a las elecciones. :-)

Conxita C. dijo...

Muy bueno Soros. Me has hecho reír con esos votos que no ha explotado el presidente Sánchez y ojalá ese positivismo se haga llegar a las "políticas" que impulse, ojalá. El nivel dejado por ese M.Rajoy es tan bajo, que debería ser fácil superarlo pero demasiados intereses y no siempre de los ciudadanos. Insisto ojalá, ojalá se pueda opinar distinto aunque no guste, ojalá se pueda rapear aunque no nos guste de lo que sea, ojalá exista independencia judicial, ojalá se hable y se dialogue,...hay tantos ojalás y también hay muchos que solo saben jugar a provocar odio, a mentir, a insultar...porque todo eso da votos, somos así.
Un abrazo

Soros dijo...

Gracias, Conxita. Apoyo todos tus "ojalás" y no añado ninguno más para no pedir demasiado.
Un abrazo.

Mi nombre es Mucha dijo...

Ameno tu texto justo para leerlo en este momento donde la madrugada va entrando en mi vida
un brindis por vos