24 abril 2011

Vacaciones de primavera

Qué bonitas son las vacaciones. Y lo son, sobre todo, por esa idea tan genial de que todos las tengamos al tiempo. Porque, vamos a ver, imaginemos que cada uno las disfrutara cuando quisiera. Pues, la verdad, no tendría ningún color. ¿Qué aliciente tendría salir de vacaciones sin luchar por un lugar en la carretera, por un lugar en el restaurante, por un lugar en el hotel, en el camping, por un lugar en museos, espectáculos, procesiones y otros varios lugares de esparcimiento, ocio y cultura? La verdad es que vivir sin tener que luchar por un lugar en el mundo no tiene el mínimo aliciente ni sentido. Oiga, el que no se lo crea que eche un vistazo a la historia, que no es que lo diga yo.
Y, además, el segundo valor añadido, a la simultaneidad en el tiempo, es el que vayamos a los mismos lugares, veamos las mismas cosas y nos apelotonemos en los mismos sitios. Sí, de acuerdo, que no nos obliga nadie. Hay que reconocerlo, que vamos nosotros solitos, sin que nos obliguen. Pero es que no hace falta, es que somos así. A ver, quién es el descastado que no va a la Semana Santa de su pueblo. Pues cuatro locos, porque aunque parezca mentira los hay que no respetan la tradición. Vale que luego se vayan por ahí pero, hombre, ¡algún día al menos en el pueblo! Y es que los hay que gozan con llevar la contraria. No me digan que no son ganas de deslucirlo todo.
Y luego viene lo de la meteorología. Que algunos dicen que para qué nos sirve conocer con anterioridad el tiempo si en nada altera los periodos vacacionales. Y es que hay quienes con nada se conforman. Sólo faltaría que el tiempo fuese el que dictase nuestras costumbres, que va a diluviar esta Semana Santa pues, ¡Señor!, se cambia a la siguiente o a la otra. Pero qué ideas tan ilógicas y tan peregrinas. Que rija nuestras vidas el tiempo atmosférico, dónde se ha visto, eso sí que es una locura. Se sale en Semana Santa, todos al tiempo, a ser posible a los mismos lugares y, si diluvia, pues te jodes, que para eso vives en una sociedad moderna con unos principios que mueve la lógica, la seguridad ciudadana y esa tradición y cultura que nos hace ser quienes somos.
- ¡Oiga que el calendario litúrgico es variable y la Semana Santa cada año cae en unas fechas y nadie se ofende!
Lo ven, si es que se lo estoy diciendo. Ya está el listo, ya está el irrespetuoso con la tradición y las costumbres, ya está el loco al que todo le da igual, el que sólo piensa en sí mismo, el antisocial de turno. Hay veces que me explico que los dictadores se líen la manta a la cabeza y hagan locuras. Paciencia hay que tener, rediós.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

hasta la mesa parece triste...
si es que la lluvia desluce mucho.
Yo creo que ayuda a poner un poco de cordura. [la lluvia, digo]

Soros dijo...

Los días de lluvia queda siempre el diálogo, que no es que en los otros no lo haya, y puede aprovecharse para hacer amistades y observar a los demás como revolucionan. ;-)
Saludos, Zeltia.