24 abril 2011

Momentos de dolor

Pues sí, la verdad, estamos muy contentos. Mira, como el tiempo está tan malo, hemos dejado a los niños en la piscina cubierta y nos hemos metido bajo el toldo a comer tranquilamente el menú del día. Y, bueno, la verdad es que estamos pasando un día estupendo. Sí, con la cazadora, claro. Que no se puede fumar adentro, pues nada, nosotros aquí fuera y tan a gusto que lo principal es ser cívico y no molestar a los demás. Que mira qué toldos nos ha puesto la Vane, la encargada, que es que la tía es lo que viene a ser un cielo. Que no sé dónde ponerla porque, oye, hasta baja de vez en cuando a la piscina por si se nos ahoga algún niño o algo, ¡ay, qué tía tan maja! Cuando paguemos, ya le he dicho a Josemi, que le deje una buena propina. Y fíjate que, aunque tiene que cumplir la ley, sí, qué remedio hija, ha puesto un cartel en el bar que dice: “Si dentro no hay nadie y fuera están los que fuman, ¿dónde están los que no fuman?” Que oye, las cosas como son, que la chica se ve que es solidaria con esto de comer a la intemperie y que, pese al civismo y todo eso, se ve que es de las que no se callan. Vamos lo que viene a ser una tía reivindicativa, como a mí me gustan ¡Qué bien me cae, ya te digo!
Huy, sí, admirablemente, llover, o sea, lo que viene a ser llover, llueve a mares, pero estamos comiendo de alucine, cuatro primeros y cuatro segundos, a elegir, por 10 euros. Tirado, chica. Más barato que en casa. Sí, Luli,  pesada, que los niños han comido, que la Vane les ha bajado a la piscina una hamburguesa, sí. ¡Huy ellos, ellos como locos!
¡Ay!, y el marido de Mari, el Chechu, nos está contando cosas superflipantes de California, de Chicago, de Indonesia y de otros países de América en los que estuvo este verano por cosas de su empresa. Figúrate que se gastó en teléfono en Los Ángeles, en una sola tarde, 1500 euros, y menos mal que el pobre llevaba la tarjeta oro que, si no, no hubiera sabido como salir del apuro, que no contaba él que lo que viene a ser la  telefonía fuera tan cara en esa nación. Que no, tonta, que no era en Los Ángeles de San Rafael, que era en los de Méjico del Norte. ¡Ay hija, que estás de un despiste!
Sí, sí, estamos donde el año pasado, en el Trebujar de Mariventosa. Sí, sí, ¡huy, no te creas, cada vez está más modernizado! Este año nos han puesto unas pulseras fosforescentes para saber si somos o no del camping. Dicen que también tienen collares para las señoras pero a mí me parecen más elegantes las pulseras. No, no tienen nuestro nombre, pero se ven hasta de noche porque son fluorescentes. Sí, sí hija, al perro sí, a Fosqui, le han puesto collar. Pero, claro, se ve que es por el tema de la seguridad. Porque el acceso a lo que viene a ser el camping está supermegacontrolado. Que no, que son de un material estable, que sí, que los niños se pueden bañar con ellas. Que no, mujer, ¡cómo van a ser venenosas!
Ay, mira, ya viene la Vane con la cuenta. ¡Anda, cómo la mira el Chechu! ¡Será cabrón! Bueno, se ve que es cosa de la confianza, cuando se relaja uno y eso ¡Ay chica estamos super a gusto, entre las cañitas de antes y los chupitos de después, esto es una gozada! Mira ya se va a sacarnos otros chupitos. Bueno, corazón, te dejo que veo que mi marido me está mirando como si quisiera algo que, ya sabes, enseguida se ponen de los nervios. Chao, cariño. Igual te llamo esta noche. Chao, Luli.
-        ¿Qué pasa, Josemi?
-        Que son 148 euros.
-        ¡No jodas! ¿Lo has revisado?
-        Sí, claro. Pero es que entre los menús de los cuatro, las hamburguesas de los niños y las bebidas.
-        Pero, qué hemos tomado.
-        Pues aquí dice que, aparte del vino, veinte cañas, dos vermús, dieciséis chupitos y ocho Coca-colas.
-        Mira esos hijos tuyos es que no puedo con ello, repitiendo Coca-colas a mis espaldas. Luego que no se duermen. Pues sí que salen caros estos días nublados. ¡Ah, y ni se te ocurra dejarle propina a la zorra esa de la Vane! Que a poco nos sale la comida más cara que el teléfono de éste.
-        Mira ahí vienen los niños con el Fosqui.
-        ¿Qué pasa hijo, por qué lloras?
-        Nada mamá que el Fosqui se ha tirado a la piscina y nos han echado.
-        Ya me va a oír a mí la guarra esa de la Vane.
-        Es que el Fosqui, entre el susto y los nervios, se ha cagado un poco.
-        ¿En la piscina, hijo?
-        Sí, pero muy poquito y además flotaba casi todo.
-        ¿Cuántas veces os he dicho que tengáis cuidado del perro? ¡Hasta dónde llega vuestra desobediencia! ¡Es que tiene que estar una pendiente de todo! Y tú, Mari, diles algo a los tuyos, que algo habrán tenido que ver.
-        ¿Eh, yo?, ¿qué?
-        Pero, bueno, si se ha quedado frita. Mira, Mari, una cosa te digo. Y que conste que te la digo por tu bien: Mari, no bebas más.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

Me lo he pasado muy bien!
se me han quitado las ganas de veranear, pero me he reído mucho.

[yo también muy mal en geografía]

Soros dijo...

¡Vaya! Todavía utilizas la palabra veranear. Me parece muy bien. Así se decía antes de que el turismo se hiciera masivo.
Muy bien eso de reirse, Zeltia.