16 marzo 2011

En busca del estado del bienestar

El otro día, apenas se produjo el terremoto de Japón, vi unas viñetas de Forges. Era una sucesión de tres pequeños dibujos: en el primero se veía un terremoto, en el segundo un tsunami y en el tercero una central nuclear humeante y, bajo ellos, se leían respectivamente: terremoto, tsunami y soberbia humana.
Son tres desgracias, las dos primeras naturales y encadenadas y, la tercera, también derivada de las anteriores pero no natural. Y ya veremos cual de las tres es la de peores consecuencias.
El humorista me pareció un ser clarividente y, sus viñetas, un resumen de la historia reciente, una alegoría a un sistema de vida insostenible. Parece que nuestros problemas provengan de habernos empeñado en vivir así y, no aceptando lecciones ni de la Naturaleza, tan neutral y ajena a cualquier interés, nos obcequemos en no dar nuestro brazo a torcer.
Seguramente hechos como estos deberían hacernos rectificar, pero eso parece improbable. Porque no se trata de energía nuclear sí o energía nuclear no, la conclusión va más allá y tiene que ver con que no podemos vivir como vivimos, porque este supuesto bienestar paulatinamente nos angustia más, porque esta avidez loca, cualquier día, puede acabar con nosotros. No creo en la palabra bienestar para designar algo que nos hace desgraciados. Tal vez el bienestar sea otra cosa, algo más simple y con menos pretensiones, como, por ejemplo, que llegue un día en que sólo temamos a los desastres naturales, los únicos que deberían seguir siendo inevitables. Pero, ¿seremos los seres racionales capaces de volvernos razonables?

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