16 febrero 2012

El Jardín de Sigüenza


La maleza se ha comido El Jardín. Las bardas airosas yacen, a trechos desmoronadas. El estanque, con una costra de dos dedos de hielo, quiere ya reventarse por una esquina. Sólo queda en pie una de las dos casas. La coqueta y diminuta piscina en forma de riñón está rellena de lodo helado. Al mirador se le han movido las piedras. Han reventado las terrazas. El camino, comido por tierras de labor, es una sendilla poblada por cardos borriqueros y un hilillo de agua. La puerta principal está atascada. Los gruesos llavones de tubo han olvidado su misión y, oxidados, hace ya muchos años que no copulan con unas cerraduras hoy amortajadas por el hielo y con las tripas, antes suavemente aceitosas, atascadas de orín. El venero del agua se ha secado, o seguramente cegado, y da pie a que el agua que almacena salga al albur por ojillos que ella misma horada donde puede. Hay trochas entre la broza hechas por animales, tal vez corzos, jabalíes, cabras u ovejas. Entre los árboles salvajes, que hieren con sus ramas más bajas, aparecen tocones de árboles tronchados por el viento, tumbados por él y, sus cadáveres podridos, descansan en los terreros llenos de maleza. Y todos los frutales han muerto.
Aún se ve un viejo velador, junto a un nogal hermoso, con sus bancos de piedra alrededor y uno de ellos, partido, le sirve de almohada a un tronco enorme. Los balates de los bancales y de las terracillas que escalan la ladera se han reventado o yacen aquí y allá, tripudos, a punto de parir, el día menos pensado, la tierra que llevan sujetando en sus entrañas tantos años. El invernadero ha perdido todos sus cristales y quedan sólo las estanterías de los tiestos y el casco de alguno con un geranio muerto. El tinao de los conejos, de las ocas, las gallinas y los pavos reales está destartalado, agrietado y con las vigas del techo carcomidas, y varias, ya partidas, han dejado caer las tejas y dejan ver el cielo.
Rezuman agua, en la parte alta, los mechinales del muro de contención. De la casa ya hundida, nada hay que decir, porque hay palabras que son definitivas. De la que hay aún en pie, sólo la parte baja induce a engaño. Cuelgan aún algunos candiles de las paredes llenas de telarañas. En la cocina queda una trébede torcida y herrumbrosa en el lar con restos de los últimos tizones. Las vigas que sujetan la planta de arriba se han combado y otras, descarnadas al caerse el yeso, están podridas y apuntaladas torpemente por cuatro gatos de albañil y un tablón blanquecino. Las alcobas de la planta de arriba son yacimientos de polvo, de manchas de goteras, de hundimientos en el suelo y en el techo, de ventanas partidas, de excrementos de palomas, de nidos viejos y hasta el cadáver podrido de un gato, en una posición extraña y convulsa, remueve el cuerpo al que lo ve. Por una escalera que se sostiene de milagro se puede ver la cámara, el armazón que sujeta el tejado con las tejas partidas, movidas por el viento, medio desordenadas, y una claraboya sin ventana que bosteza al viento solano desde arriba.
Delante de la casa, la mesa de piedra que presidió tantas jornadas de verano se ha desprendido de una de sus esquinas.
Dicen que esta finca novencentista era de una empresa del textil y que, en los años cuarenta del pasado siglo, hubo de pagar con ella a unos prósperos comerciantes del ramo. Conoció entonces años de pujanza. Cuentan que todos sus parterres estaban cultivados y que la hiedra hacía túneles de sombra guiada en los caminos por arcos de metal con hileras ensartadas de alambre entre unos y otros. Dicen que en la explanadilla, delante de la casa que aún se mantiene en pie, se celebraban fiestas y cenas estivales en torno a la mesa de piedra que hoy está mutilada de una de sus esquinas. Dicen que en el mirador cuadrado  se sentaban los dueños a ver ponerse en sol en las inacabables tardes de verano mientras iban apurando apaciblemente un vaso de vino espeso, dulce y abocado.
Hablan de risas, de gritos excitados de niños jugando al escondite ente los setos, entre las enredaderas, entre las matas esbeltas de las judías verdes de la huerta, divertidos por los saltos de nivel de las terrazas, ausentes de miedos y llenos del jolgorio salvaje de la infancia. Hablan del ruido de chapoteos en la alberca de piedra, de gritos de madres asustadas por la profundidad del agua fría, recién salida del venero, que llenaba de risa los chapuzones infantiles y de ahogos el alma siempre atenta de las madres. Hablan de jardineros y hortelanos, asiduos del cuidado de la espléndida huerta a la solana. Hablan de criadas presurosas, de bajadas y subidas al pueblo a por las compras.
Los niños se hicieron hombres y mujeres. Los padres, viejos. El dueño, raro. Porque no hay como el tiempo para hacer que a la gente le salga una piel dura y amarga. Al cabo de los años sólo quedó un hortelano que criaba conejos como asiduo usuario del jardín. Ese fue el último que dio el aviso al dueño.
-        Don Bruno, que una de las casas, si no repara usted el tejado, pronto amenazará ruina y puede hundirse.
El viejo, desde Barcelona, al otro lado del teléfono, quién sabe por qué miserias afectado, por qué rencores vencido y armado, por qué iras ocultas hacia lo que era suyo, por qué malas bilis o por qué sinrazones tan inhumanas o por qué desesperanzas tan humanas, tras unos segundos contestó lacónico.
-        Que se hunda.
Y la secuencia de tonos del teléfono colgado dejó en suspenso la existencia de aquella finca: El Jardín. Y todos los recuerdos de sus moradores volaron espantados en todas direcciones como un bando denso de jilgueros ante un escopetazo.

20 comentarios:

Troll or die dijo...

Para ser un blog que se autoproclama literario, te ha costado bastante encontrar la "h" perdida…

Soros dijo...

Gracias, Troll or die, veo que te has dado cuenta de que puse una falta. A fuerza de escribir me sucede de vez en cuando. Pero no suponía que alguien leyera lo que escribo con tanta atención.
Gracias de nuevo.

Paz Zeltia dijo...

:-)

Soros dijo...

Gracias, Zeltia, por venir aún por aquí.

Carles Valls dijo...

¿Por qué no imprimir gratis tu libro? Te comento que yo como autor-editor imprimí gratis el libro de mi blog gracias a Printcolor y ahora tengo un magnífico libro.
Te paso un enlace por si te interesa:

http://www.carlesvalls.com

Anónimo dijo...

....No son los únicos los que te leen aquí. Otros que bien nos conocemos siempre lo hacemos...
Breves

Soros dijo...

Muchas gracias, Carles, pero no estoy interesado.

Soros dijo...

Sí, anónimo. Este blog lo tengo últimamente un poco abandonado.
Gracias de todos modos.

Insumisa dijo...

No voy a comentar nada sobre tu publicación por el momento. Casi siempre omito leer los comentarios antes de leer el post. Lamentablemente lo he hecho esta vez... se me han descompuesto un poco las agarraderas de la buena voluntad. Saber de entes que necesitan perentoriamente hacerse notar de manera abiertamente desagradable le pone pelos a la sopa de letras que me disponía a disfrutar.
Grrrrr

Insumisa dijo...

He vuelto. Encontré un remedio que me ha hecho muy feliz leer y aunque es algo largo, te lo comparto:

"Tratamiento
Es algo evidente, que la única forma de tratar a un pedante, con vistas a expulsar al demonio que le posee, y de ese modo reinsertarlo en la sociedad, es a base de hostias. En casos especialmente difíciles o recurrentes, se aconseja engraparles un huevo a la pierna, método algo doloroso pero de efectividad probada. Tenemos que recordar también que el excesivo uso de la violencia en este tipo de pedantes no sirve de nada, ya que debido a la falta de sensaciones y emociones básicas desarrollan una alta capacidad para absorber los golpes.
Normalmente, basta con una colleja cada vez que el individuo emplea su lenguaje pedante, pero en determinadas circunstancias, sobre todo en el entorno escolar, una gran arma contra el pedante común es el borrador de pizarra lleno de tiza, que impacta con la fuerza suficiente sin provocar lesiones (siempre que se dé con la parte blanda) y además marca al individuo con polvo de tiza, lo que le designa inmediatamente como un sujeto pedante y lo convierte automáticamente en el blanco de risas, burlas y matones de clase, por lo que individuo no tiene escapatoria.
Ejemplo teórico práctico de cura de un pedante: cuando estas hablando con alguien y el presunto pedante te interrumpe para decirte que no se dice "deo", sino dedo, le pides disculpas a tu interlocutor, te giras y le estás dando de hostias hasta que escupa una moto. En su defecto, si tienes alguna alcantarilla cerca, levantas la tapa y lo tiras por el agujero. Asegurase bien de colocar la tapa después."

Soros dijo...

Sujeta ese temperamento, Insumisa. No olvides que cada uno somos como Dios nos hizo y, a veces, aún peores.
Escribir también es, en cierto modo, someterse a los demás. Sobre todo si los demás tienen la paciencia de leer lo que escribiste. Y, por otro lado, nunca se sabe si los que te critican son los que más te aprecian.
Y no es de buenas personas ir por ahí dando de hostias a la gente y, menos, grapándoles los huevos a los muslos.
Saludos tranquilizadores y gracias por todo.

Paz Zeltia dijo...

jajaja, no te quejarás de la defensora que tienes!

(yo, raramente modosita, sólo un guiño cómplice te había dejado)

arrepío... la propia palabra arrepía, isn'it?

Descalza dijo...

Soros, señor, ¿dónde pasas a creer tú que yo sea buena persona? (o que quiera serlo) Me sulfuran ciertas cosas, pero, no me enojo de corazón. En este caso, el "remedio" me hizo tan feliz, que se me pasó rapidito el sulfuramiento. Pero como dice un dicho mexicano "de lengua me como un taco" lo que viene a significar que soy puro pájaro nalgón o jarabe de pico. Jajaja
Zeltia; el remedio es divertido ¿no te parece? con solo leerlo e imaginarse uno con la engrapadora en ristre, ya estás sonriendo... a mi me pasó.

Apapachos a los dos

Soros dijo...

Sí, Zeltia, pocas veces goza uno con una defensa tan recia.
Claro que arrepía. Ya lo creo.
Bicos.

Soros dijo...

Llevas razón, Descalza, ¿quién soy yo para decir lo que hacen las buenas personas?
Me recuerdas a un amigo que, en un momento dado, cuando se le adjudicaba a alguien, pese a sus muchas faltas, el ser una buena persona, el contestó:
"Mira, estoy hasta los cojones de las buenas personas".
Y creo que llevaba razón.
Lo de "de lengua me como un taco" y lo del pájaro nalgón me gusto. Por aquí eso no se dice.
Date por apapachada.

Descalza dijo...

No se lo que quiere decir arrepíar en el contexto que usa Zeltia. Lo de poner los pelos de punta lo encontré en la red, pero como que no me aplica.
¿Me sacas de dudas, lindo hermoso?

¡DEMONIOS! soy Descalza, quería ser Insumisa jajajajaja

Soros dijo...

Descalza, que querías ser Insumisa, y probablemente fundar la orden de las Insumisas Descalzas:
La palabra que usa Zeltia es de la lengua gallega y, si no me equivoco, en castellano significa escalofrío (también puede decirse calofrío, chucho, estremezón, repeluco y repeluzno).
¿Las usáis en México? Seguro que, si no las utilizáis, utilizaréis otras de gran sonoridad.

Descalza dijo...

Usamos uno que dice: "se me enchinó el cuero" o ya, mas coloquialmente: "se me encueró el chino", Jajaja
No se si te parezca mas sonoro, pero eso de arrepío es sonoro y conciso.

Atte.
La de la orden recién fundada.

:)

Soros dijo...

"Se me enchinó el cuero"
Vaya, ya me imaginaba yo que también tenéis vuestros juegos con el lenguaje.
No lo había oído. Gracias.

Descalza dijo...

Señor Soros: hago este comentario aquí y ahora porque fue donde se originó el "despapaye" que creí pasaría inadvertido para entes non gratos a mis castos ojos. Me disculpo humildemente por lo que pudo parecer una agresión hacia X personaje. En mi favor solo puedo decirte que hay personas que gustan de hacerse notar a la mala. No son de mi agrado, pero eso no me da derecho a expresar mi opinión en tu blog. El escrito que copié/transcribí era un remedio para curar lo pedante. Me lo fusilé de la Internet; no es de mi autoría, pero me pareció y me sigue pareciendo divertido.
Dicho lo anterior me despido y prometo ser mas modosita en lo sucesivo.