19 junio 2010

Y Saramago se ha ido con su perro

Alguna vez he viajado a Portugal de la mano de José Saramago. Cuando lo he hecho, no he pasado, desde luego, por grandes ciudades, ni por sitios turísticos, pero he aprendido lugares ignorados y matices en el vértice del olvido. He visto pequeñeces, migajas esparcidas por el tapete de la vida, a las que no hubiera llegado sin su guía. Me he fijado en detalles que, sin su indicación, no habría descubierto. Y aquellos viajes se rellenaron todos de ternura.
Aparte de agradecer su tenaz beligerancia, irreductiblemente sostenida, en tantos campos, y su literatura, lamento que se vaya una persona entrañable y compasiva.
No sé si romperá su muestra sostenida el perro Constante pero, si acaso lo hiciera, estoy seguro de que su amo le perdonará esta última y única flaqueza y le regalará, discreto, serio y moderado, como buen portugués, una caricia tras de las orejas y una palabra en ese tono amable y bondadoso que los perros entienden mejor que las personas. Obrigado.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

Mi amiga Emma estuvo con él en su casa hace unos meses -ya sabes amigos de amigos- y comentó que se notaba que intuía la proximidad de su muerte y que éso se notaba en algunos "matices" sobre cuestiones que siempre había sostenido.
No he leído mucho de Saramago, y no dudo el gran escritor y pensador que debió de ser, pero como me jode que los gobiernos se apoderen de los muertos.

Soros dijo...

En este caso, Zeltia, no sé qué decirte. Porque fue un hombre, a veces, casi autoexiliado de su país por las reacciones de algunos políticos. Y su muerte ha sido como una reconciliación con Portugal. Bueno, no con Portugal, no con el pueblo portugués, que lo amaba, sino con el gobierno portugués y con algunos compatriotas que lo tenían atravesado. Ya ves, la Iglesia no ha esperado a que se enfriara su cadáver para ponerle a parir. Pero, la Iglesia, como siempre, ya sabes, predicando la caridad.
Saludos.