15 mayo 2010

San Isidro Labrador

Hay veces en que la tristeza es algo más, es desesperanza y desamparo. Es concluir en que el origen de las cosas es oscuro, los asuntos opacos, que ignoramos la causa de todo, por más que la intuyamos, que cualquier decisión nos trasciende, que nos movemos todos dando palos de ciego en un mundo que, en los últimos tiempos, se ha hecho aún más tenebroso de lo que era.
Da la impresión de que estamos asistiendo, sin querer creerlo, al fallo generalizado de un sistema económico que, sin razón de peso, nos hicieron creer que iba del brazo de la democracia, soldado a las libertades. Sí, a las libertades. Porque las libertades no son nunca la libertad, sino la administración en grajeas de ésta por quien proceda.
Y parece que por encima de los estados, de las naciones, de las sociedades, este gigante amorfo, ciego y bulímico, que es la economía del mundo, se corroe en un cáncer que se lo come desde dentro y que, sin enemigos declarados, se devora locamente a sí mismo sin que exista autoridad ni inteligencia capaz de controlarlo.
Si esto fuera así, y yo lo creo, todos los sacrificios que hagamos irán al sumidero, el mismo camino seguirán las quejas y protestas, y, del mismo modo, serán vanas las decisiones de quienes nos gobiernan, de quienes nos desgobiernan y de todo el coro de ilustres personajes que aún quieren remediar, peleando entre ellos, el cuerpo descompuesto y exánime del monstruo y parchearle los boquetes por los que su gula desaforada le ha hecho reventar. Los parcheos aguantarán muy poco y, enseguida, estaremos en otra.
Así que hoy, quince de mayo, quiero, con la inocencia propia de los niños, encomendarme a San Isidro Labrador, santo confiado por excelencia, a quienes los ángeles hacían la faena; y quiero pensar que las tierras del santo, que son también las nuestras, recuperarán su valor y su hermosura cuando se derribe todo lo ficticio que se hizo sobre ellas. Eso sí, desconfío mucho de que, esta vez, los ángeles vengan a echarnos una mano. Contentos les tenemos.

4 comentarios:

Soros dijo...

Felicidades, Isidro.
A pesar de que todos vivimos vidas diferentes, siempre hay algo que converge en ellas y que, más que otra cosa, nos convierte en hermanos. ¡Felicidades, paisano!

isidro dijo...

Llevas mucha razón Soros, pues mientras muchos se tragan las pastillas de las mentiras en bocadillos, ellos, se meten la pasta en los bolsillos.


Mi más sincero agradecimiento por tus felicitaciones MAESTRO, habrá que tomarse una copa para celebrarlo.

Metalsaurio dijo...

Buenas,

Hacía tiempo que no me pasaba por aquí.

¿Recuerdas que te había dicho que no seguía tu historia del Castro de Bonaval porque me parecía demasiado largo para leer en pantalla? Para solucionarlo, lo acabo de comprar.

En cuanto lo lea, te comentaré qué me ha parecido

Un saludo.

Soros dijo...

Hombre, Metalsaurio, muchas gracias. Y además doblemente, por comprarlo y por, además de leerlo, darme tu opinión.
Contigo es que no se puede pedir más, oye.
Espero que pases un rato agradable.
Un saludo y gracias de nuevo.