Zarrúa tomaba café indolentemente
en una terraza próxima a uno de los cuarteles mientras, como recién llegado, se
aclimataba al ambiente de la ciudad.
Tras el desastre, el Regimiento
de la Corona, los Tabores de Regulares de Ceuta, el Tercio y otros refuerzos,
luchando heroicamente, habían salvado Melilla y tomado las cercanías más
estratégicas, fundamentalmente los altos del Gurugú. Melilla ya no se sentía
amenazada.
Aquel día una nueva remesa de
soldados había llegado de la península, seguramente un batallón de refresco o
de refuerzo.
Desde lejos le llegaban a retazos,
traídas y llevadas por el capricho de la brisa marina, las enfáticas palabras
de la arenga de un coronel:
…El soldado
tiene en nuestra patria una tradición gloriosa. El soldado español se ha
distinguido siempre, no sólo por su disciplina y su abnegación, sino también
por su heroísmo…
…Nuestro himno
patrio es un himno marcial porque la Historia de España ha sido escrita por sus
mejores hombres, sus soldados…
…Sé que habéis
dejado vuestros hogares acudiendo prestos y orgullosos a la llamada de la
Nación. Sé que estáis aquí defendiendo las obligaciones de España y su
grandeza. Sé también que sois diferentes en credo, cultura, procedencia y condición,
pero, a pesar de las diferencias, un sentimiento grande y común os une a todos
y os coloca bajo la misma bandera, ese símbolo sagrado que a todos nos ampara y
representa…
…Nuestra
patria es España, sus tierras y sus gentes y, en este momento, España somos
nosotros, que amamos las mismas cosas y tenemos los mismos anhelos, que estrechamos
la mano del amigo, del camarada, del compañero, al que ayudaremos
incondicionalmente en la lucha, inclinándonos en su ayuda con la misma unción
con la que nos arrodillamos para rezar en la tumba de nuestros padres o para velar
en la cuna el sueño de nuestros hijos…
…Está España
inmersa, una vez más, en su anhelo de civilización, de búsqueda de prosperidad
para tierras hermanas. Y estáis aquí con ese sagrado cometido. Por eso vuestro
afán es justo y altruista y vuestra lucha merecerá la pena…
…Sé que habéis
dejado atrás madres, novias y hermanas con lágrimas en los ojos, pero no dudéis
que ellas entienden mejor que nadie vuestro sacrificio que, a la vez, es el de
ellas. ¿Qué decir de la abnegada y nunca bien ponderada mujer española? No es
necesario que yo la alabe, porque vosotros sabéis mejor que nadie su valía. Pero
un día volveréis orgullosos ante ellas y ellas os recibirán, si bien con nuevas
lágrimas por la felicidad de vuestro retorno, con la satisfacción infinita de
recibir entre sus brazos a un héroe de la patria, a un soldado español…
…Sabed todos
que la milicia es una religión de hombres honrados, un soldado ni hace
peticiones ni cuestiona orden alguna, un soldado tiene su forma peculiar de
mostrar la hombría y el honor con el acatamiento y la lealtad incuestionable y
eso es lo que la Patria espera de vosotros. Y, tengo la seguridad, de que eso
será lo que de todos vosotros la Patria reciba, porque, el más noble de los
ánimos, al soldado español no se le supone, sino que se le da siempre por
cierto…
¡Viva España!
¡Viva el Rey! ¡Viva el Ejército Español!
Entre sorbo y sorbo de café y
teniendo como fondo aquella vibrante alocución castrense, modulada en tonos
marciales y declamada con aquel estilo militar que tan bien conocía, se
preguntaba el ingeniero si era la guerra la ocasión de los mejores negocios o
si eran los mejores negocios los que ocasionaban las guerras.
Se dijo que, lo último, no podía
dilucidarse con seguridad pero, lo que sí era cierto, es que aquella guerra
mantenía ocupados a muchos miles de hombres, bien en los frentes, en los
blocaos y en los cuarteles, bien en las fábricas o bien en el comercio. Y,
mirándolo desde un punto de vista económico, era la guerra una empresa de las
más principales, por la gran cantidad de ocupaciones que aportaba.
Claro que, por entonces, ningún
político se atrevía a decir abiertamente que las guerras fueran generadoras de
puestos de trabajo y de riqueza. El pudor se tenía aún por señal de buena
educación.
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