Según dicen los torresilanos el alanceamiento de un toro, acontecimiento popular conocido como el Toro de la Vega, es una tradición que debe respetarse a ultranza. Ya no se atreven a llamar al acontecimiento cultural, aunque poco les falta y algunos puede que lo hagan, pero sí se refugian en la palabra tradición. Parece que la palabra tradición merece un respeto por sí misma. O sea que como la tradición es, más o menos, el conjunto de costumbres que se transmiten de unas generaciones a otras, pues que si algo es tradición, pues vaya, que merece la pena conservarlo.
Sin embargo, yo creo que el progreso de España y de otras muchas naciones se ha venido incrementando notablemente con el abandono, espero que para siempre, de ciertas tradiciones, como por ejemplo, la de los tradicionales y frecuentes pronunciamientos militares, la de las guerras civiles, la de las ejecuciones en las plazas públicas, la del derecho de pernada, la de que las mujeres no tuvieran voto, la de no tener agua corriente en las casas, la de desplazarnos en caballerías, la de no lavarse… y, otras aún más antiguas, que por fortuna también abandonamos, como por ejemplo asaltar la aldea de al lado, matar a los hombres y violar a las mujeres. Y tantas y tantas otras que, por la flaqueza de mi memoria no me vienen en este momento a la cabeza, pero que, por tradicionales y divertidas que fueran, se han perdido para descanso y respiro del común de la gente, aunque ya no estoy seguro de que alguno no las añore también.
Pues bien, éstas otras, principalmente la de matar toros de diversas formas y maltratar animales y mujeres nos está costando mucho más abandonarlas. Se ve que es que las tenemos muy arraigadas, las tradiciones éstas digo. Alguno dirá que cómo puedo comparar lo de los toros con lo de las mujeres. No lo comparo. Lo cito conjuntamente porque es otro asunto que en nuestra España, tan tradicional ella, coexiste con el primero de los hechos y, a lo que parece, es tan tradicional como él por trasmitirse de generación en generación. Es cierto que esto de maltratar a las mujeres nadie lo defiende de palabra ni se vanagloria de ello, como con lo del toro, pero es como si lo lleváramos tatuado en nuestra alma de tradicionales machistas y así esta costumbre de matar toros y mujeres se sigue trasmitiendo de generación en generación. Una tradición más, ¿a conservar también? Tal vez, sean casualidades. Pero, claro, siendo tradiciones, son cosas que merecen respeto según el respetable.
Así que el día 15 del presente mes de septiembre se celebró el alanceamiento del Toro de la Vega en Tordesillas. Una vez más se llevó a cabo esta tradición que los torresilanos tienen a bien conservar como bien cultural irrenunciable. A mí todo eso no me gusta. Tampoco me gustan los toros, ni los encierros pero, claro, se ve que soy un bárbaro aculturizado que no respeta ninguna raíz ni tradición y que no tiene ni fundamentos ni principios. Vamos una escoria. Un impresentable, lo siento.
El toro de este año se llamaba Moscatel, era de la ganadería de Victorino Martín y pesaba 540 kilos. Según calculan los periódicos al evento han acudido unas 25000 personas amantes de esta tradición. No hay constancia de cuantas decenas de caballistas y lanceros acosaban al toro. Lo hirió un caballista de 29 años antes de llegar a campo abierto y, por lo tanto, incumpliendo las normas. Luego ha terminado de matarlo y ha regresado al pueblo con el rabo de Moscatel colgado de la hoja de su lanza castellana. No le han dado el premio, una insignia y una lanza, por no haber matado al animal reglamentariamente. ¡Mecachis! ¡Pobre chico, mira que haberse quedado sin su lanza!
Sin embargo, yo creo que el progreso de España y de otras muchas naciones se ha venido incrementando notablemente con el abandono, espero que para siempre, de ciertas tradiciones, como por ejemplo, la de los tradicionales y frecuentes pronunciamientos militares, la de las guerras civiles, la de las ejecuciones en las plazas públicas, la del derecho de pernada, la de que las mujeres no tuvieran voto, la de no tener agua corriente en las casas, la de desplazarnos en caballerías, la de no lavarse… y, otras aún más antiguas, que por fortuna también abandonamos, como por ejemplo asaltar la aldea de al lado, matar a los hombres y violar a las mujeres. Y tantas y tantas otras que, por la flaqueza de mi memoria no me vienen en este momento a la cabeza, pero que, por tradicionales y divertidas que fueran, se han perdido para descanso y respiro del común de la gente, aunque ya no estoy seguro de que alguno no las añore también.
Pues bien, éstas otras, principalmente la de matar toros de diversas formas y maltratar animales y mujeres nos está costando mucho más abandonarlas. Se ve que es que las tenemos muy arraigadas, las tradiciones éstas digo. Alguno dirá que cómo puedo comparar lo de los toros con lo de las mujeres. No lo comparo. Lo cito conjuntamente porque es otro asunto que en nuestra España, tan tradicional ella, coexiste con el primero de los hechos y, a lo que parece, es tan tradicional como él por trasmitirse de generación en generación. Es cierto que esto de maltratar a las mujeres nadie lo defiende de palabra ni se vanagloria de ello, como con lo del toro, pero es como si lo lleváramos tatuado en nuestra alma de tradicionales machistas y así esta costumbre de matar toros y mujeres se sigue trasmitiendo de generación en generación. Una tradición más, ¿a conservar también? Tal vez, sean casualidades. Pero, claro, siendo tradiciones, son cosas que merecen respeto según el respetable.
Así que el día 15 del presente mes de septiembre se celebró el alanceamiento del Toro de la Vega en Tordesillas. Una vez más se llevó a cabo esta tradición que los torresilanos tienen a bien conservar como bien cultural irrenunciable. A mí todo eso no me gusta. Tampoco me gustan los toros, ni los encierros pero, claro, se ve que soy un bárbaro aculturizado que no respeta ninguna raíz ni tradición y que no tiene ni fundamentos ni principios. Vamos una escoria. Un impresentable, lo siento.
El toro de este año se llamaba Moscatel, era de la ganadería de Victorino Martín y pesaba 540 kilos. Según calculan los periódicos al evento han acudido unas 25000 personas amantes de esta tradición. No hay constancia de cuantas decenas de caballistas y lanceros acosaban al toro. Lo hirió un caballista de 29 años antes de llegar a campo abierto y, por lo tanto, incumpliendo las normas. Luego ha terminado de matarlo y ha regresado al pueblo con el rabo de Moscatel colgado de la hoja de su lanza castellana. No le han dado el premio, una insignia y una lanza, por no haber matado al animal reglamentariamente. ¡Mecachis! ¡Pobre chico, mira que haberse quedado sin su lanza!
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8 comentarios:
que si la "fiesta nacional" (nacional, ahí es ná)
que si los festejos de los pueblos
despeñar cabras desde las torres, derrengar burros, colgarse del pescuezo de capones, torturar toros...
me da náuseas
no comprendo como cualquier "afición" que se pudiera sentir
-todos tenemos nuestro lado oscuro-
no es decapitada internamente, ocultada como muchos prejuicios,
por quedar bien al menos, si no es por convicción, joder
que se me olvidó poner:
que conseguiríamos algo si hiciésemos que se avergonzasen, que fuesen mirados como mala gente.
pero no sería necesario si fuese tipificado como delito, que es lo que pide la razón.
¿Y la caza?
Decía mi hijo de pequeño: " Si al tío le gustan tanto los patos ¿Porqué sale todos los domingos a matarlos?
Porque, Zeltia, somos tan parciales y tan egoistas que creemos que lo que nosotros hacemos está bien y es una excepción disculpable.
En las miradas de muchos entrevistados por televisión, me refiero a gente que está metida en cosas de estas, se comienza a ver ciertas miradas de culpabilidad.
Magistral el repaso. Dentro de poco es el Toro Jubilo de Medinaceli, otra salvajada tradicional.
Muchas veces me he preguntado por qué en nuestras fiestas dependemos tanto del alcohol y los toros.
Zocato, la caza ha pasado en los últimos 40 años de ser un medio o una ayuda para la supervivencia a convertirse en un negocio de cotos, principalmente de caza mayor. Échale un vistazo a los libros que Delibes tiene hablando de lo que fue y de lo que es.
Saludos
Pues por qué va a ser Lima. Porque somos muy machos, mujer, el vino, las mujeres, los toros... Si ya lo resumía Manolo Escobar ;-)
Saludos
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